miércoles, agosto 14, 2019

Anticipo de la segunda parte de Los desafíos de la Izquierda actual (Los tres oscurantismos y su contexto histórico)

Por Jorge Senior

En continuación de la nota titulada “Los desafíos de la izquierda actual” escribí una segunda parte denominada “Los tres oscurantismos y su contexto histórico”, la cual publicaré en un rato. Como esta segunda parte es extensa, quiero brindar un resumen como anticipo.

Resumen

La pregunta que trataré de responder es: ¿cómo fue que la izquierda, que era moderna, ilustrada, materialista, objetivista, progresista, racionalista y favorable a la ciencia y la tecnología, se convirtió (al menos en parte y en mayor o menor grado según el país) en todo lo contrario?

Años 70
Se contrae el marxismo y en el vacío que deja brota el posmodernismo.

Años 80
El marxismo socialdemocratizado sobreviviente se aferra a Gramsci. La “hegemonía cultural” pasa a primer plano. En el útero feminista se gesta el construccionismo social. 

Años 90
Cae el muro y se impone el consenso de Washington. Se proclama el fin de la historia con el triunfo de la democracia liberal como expresión suprema de la modernidad. El eje del planeta se inclina a la derecha con un solo polo. Surge la Unión Europea. En el espacio intelectual contestatario hay un auge del posmodernismo en sinergia con el construccionismo social. Despega la tercera revolución industrial.

Primera década del nuevo milenio
La unificación europea topa su límite. El desafío yihadista a las potencias occidentales y el ascenso de Asia transforman el tablero geopolítico. La izquierda renace de las cenizas en América Latina y florece su primavera pendular. En pequeños nichos académicos aparece un nuevo oscurantismo, esta vez con sabor latinoamericano, el llamado “pensamiento decolonial”. Un pequeño eco de los oscurantismos europeos y norteamericanos. 

Segunda década del siglo XXI
Migraciones, identidades, corrección política y cambio climático aparecen en el centro del ágora global y generan como reacción un nuevo fenómeno ascendente: el populismo de derecha. Rusia retorna a la escena, mas el BRICS no cuaja, es sólo un efecto colateral. La izquierda se diluye. Los hechos claves no están en el batiburrillo de la política global sino en el silencio de los laboratorios: la tercera revolución industrial es el tablero decisivo. 

Conclusión

En 50 años la Izquierda histórica perdió el liderazgo intelectual que tenía, se diluyó en el desconcierto y dejó de ser alternativa. En gran parte esto se debió a los pensamientos oscurantistas que se gestaron en la academia de Europa y EEUU, pues las condiciones objetivas no desaparecieron: el problema de la desigualdad se agudizó a partir de 1980, al aumentar la concentración de riqueza e ingreso y retroceder el estado de bienestar. La orfandad de teoría le impidió a la Izquierda histórica entender qué estaba sucediendo en la sociedad global. En especial, la tercera revolución industrial, que es más bien una revolución tecnológica posindustrial, dejó a la izquierda tradicional desubicada. 

En América Latina la izquierda mantiene cierta vigencia debido a las tres deudas impagadas: la social, la ambiental y la histórica. Pero resistencia y espíritu contestatario es el reconocimiento de la carencia de liderazgo. De la primavera latinoamericana de estas dos décadas queda, quizás, un referente intelectual de América Latina para el mundo: Pepe Mujica. 

Epílogo

Paz perpetua, homeóstasis planetaria, minimización del sufrimiento y exploración de las posibilidades vitales, constituyen el horizonte de los fines últimos. Y aunque no lo parezca, han estado ahí desde el paleolítico. Pero entre esos cuatro fines la armonía no es perfecta. Algunos de sus problemas y contradicciones desafían a la democracia liberal e incluso a la supervivencia humana. La alternativa no es el freno ni el retorno a la premodernidad, sino el humanismo progresista moderno. 

Una vez resueltos los desafíos del cambio climático, la guerra nuclear, la disrupción tecnológica y los rezagos premodernos, si no desaparecemos en el intento, surgirán de seguro nuevos problemas y retos. Cuenta la leyenda que Marx, el moderno optimista, solía decir que “la humanidad sólo se plantea los problemas que puede resolver”. Así sea. 

El Buho

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