miércoles, agosto 14, 2019

Einstein, el código genético y los reactores naturales electroquímicos

Por Jorge Senior

Albert Einstein, como buen racionalista, apreciaba la elegancia o criterio estético, como valor heurístico. Y le funcionó! Pero en biología el asunto es a otro precio. Las aproximaciones numerológicas de Gamow y de Crick para desentrañar el código genético tras el descubrimiento de la estructura del ADN en 1953, fallaron. 

El código genético fue resuelto por la vía empírica (que puede interpretarse como inductiva o como una escalera de pequeños escalones hipotético - deductivos), basándose en la química, no en la matemática (aunque el razonamiento de Gamow sobre los codones de tripletes para 20 aminoácidos canónicos era correcto). 

El código resultó ser cualquier cosa menos elegante, era redundante, irregular, asimétrico, parecía la obra de un criptógrafo loco. Pero había un patrón oculto, un código de los codones. El asunto no era de lógica matemática, sino de lógica evolutiva. 

En chimeneas hidrotermales alcalinas el código surgió de manera determinista en dobletes de nucleótidos de ARN asociado a biosíntesis de 15 aminoácidos y al espectro de solubilidad. A partir de ahí evolucionó a tripletes con un tercer miembro aleatorio que pudo ser optimizado por selección natural. El resultado es un código robusto y óptimo.

Se trata, pues, de una racionalidad distinta a la matemática. No hay aquí teorema de Noether con hermosas simetrías ni elegantes ecuaciones de cálculo tensorial. Lo que hay es una lógica trenzada que imbrica lo determinista y lo contingente, con variaciones iterativas nacidas del desequilibrio termodinámico y basadas en lo disponible, enfrentadas a un colador relacional implacable y ciego a la teleología, subiendo paso a paso una escalera negaentrópica, para luego tirarla, como Wittgenstein, y dejar a los criptógrafos viendo un chispero.

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