miércoles, agosto 14, 2019

Historia del Neoliberalismo: reseña

Reseña de Historia mínima del Neoliberalismo de Fernando Escalante (2015)

Por Jorge Senior

El autor es un sociólogo mexicano con un amplio conocimiento de la producción intelectual que constituyó, primero la semilla, y luego el tronco y las ramas del neoliberalismo a lo largo de por lo menos seis décadas.

Es un texto de historia de las ideas, en este caso las ideas del neoliberalismo, que abarca el período 1929 – 2018. Esos casi 90 años se podrían dividir en un período de incubación intelectual que va de la década de los 30 a la década de los 60, un período de imposición y triunfo del neoliberalismo que va de 1980 al presente y, entre ambos, una transición de la correlación de fuerzas en la década de los 70.

-1930-1970: Incubación y desarrollo intelectual
-1970-1980: Ofensiva y transición
-1980-2018: Victoria e implementación 

Mi resumen no le hace honor al texto que está lleno de información, análisis y referencias valiosas que debo omitir en aras de limitar la extensión de este escrito.

Esta historia de las ideas neoliberales necesariamente se imbrica con la historia económica, política, social e institucional del mismo período. Y con la historia de la ciencia económica desde Adam Smith e incluso, según Escalante, con la historia de la física del siglo XIX, por el aparato matemático y cierta concepción de ciencia. Aunque su fundamento primario y antecesor inmediato es la teoría económica neoclásica de la utilidad marginal y el equilibrio del mercado.

El primer capítulo es sobre el origen. El neoliberalismo nacería en el coloquio Lippmann realizado en París entre el 26 y el 30 de agosto de 1938. Estuvieron 84 personas, entre ellos los austríacos Friedrich Hayek y Ludwig Von Mises, además de Raymond Aron y el propio Walter Lippmann. El motivo era la publicación de la traducción francesa del libro de Lippmann, The Good Society, pero su fondo era establecer una nueva agenda para el liberalismo. Entre varias denominaciones propuestas se escogió la de Alexander Rüstow: “neoliberalismo”. Recuérdese que además del comunismo tipo URSS y el nazi-fascismo, en esa época estaban en boga las ideas de John Maynard Keynes, implementadas como solución a la gran crisis del 29. El neoliberalismo, entonces, aparece como una alternativa al keynesianismo.

El segundo arranque, después de la guerra, fue en una reunión en el Hotel Du Parc de Mont Pélerin, frente al lago Leman, en Suiza, del 1 al 10 de abril de 1947, con 38 invitados y la financiación de tres empresarios: Albert Hunhold, Antony Fisher y Harold Luhnow del Volker Fund. De allí surgió la Mont Pélerin Society, que se registró formalmente en Illinois, EEUU, el 6 de noviembre de 1947 con Hayek como presidente. A partir de allí se irían formando una serie de centros de estudio, fundaciones, think tanks, que configurarían una extensa red intelectual financiada, con una mínima penetración en universidades, como por ejemplo, en la Universidad de Chicago.

De este libro de Escalante se puede inferir que el rol de los intelectuales y de las ideas en la historia de la sociedad humana es muy importante, al menos en los últimos siglos.

De todos modos, la posguerra y el nuevo orden bipolar de la guerra fría no brindaron condiciones favorables para estas ideas y durante las siguientes décadas se desarrollaría, con variantes nacionales y relativo éxito, un nuevo pacto social basado en el modelo de estado de bienestar con un estado regulador que combina elementos capitalistas (liberales) y socialistas, que corresponde más o menos a la visión de la socialdemocracia europea. Pacto social que incluyó la descolonización en el tercer mundo (sin olvidar que también hubo guerras de liberación). No era la hora del neoliberalismo, pero ya llegarían los agitados años 70.

El capítulo 2 muestra el entronque del neoliberalismo con la teoría neoclásica y la física decimonónica. Escalante hace un intento “mínimo” de crítica epistemológica, utilizando de manera equivocada conceptos como “teoría” y “modelo”. Sin embargo, la idea básica es que la teoría neoliberal no tiene fundamento empírico, más aún, es refractaria a la contrastación empírica, lo cual no deja de ser una ironía, toda vez que Popper con su tesis de la “sociedad abierta” fue uno de los adalides del neoliberalismo en filosofía política. La teoría neoliberal utiliza cierta matemática para realizar constructos abstractos basados en un mercado idealizado al cual concurren individuos idealizados que no se corresponden ni con los complicados mercados reales ni con los seres humanos reales. En otras palabras está construida sobre supuestos que no se cumplen, economías de juguete las llama Escalante. El nuevo lenguaje de este enfoque formalista es “eficiencia”, “equilibrio”, “óptimo”, “utilidad”, “maximización”. La tesis central es de Hayek: el mercado es el mejor procesador de información, el más eficiente por principio. No lo dice Escalante de manera explícita, pero desde el punto de vista epistemológico considero que la teoría neoliberal se basa en un enfoque racionalista neto. El autor no se queda en estas generalidades, desde luego, y en este capítulo analiza aspectos técnicos como la curva de Philips, la teoría de la “elección pública” y el teorema de Coase. Vale decir que en todo el libro el autor logra poner al alcance de cualquier lector, aunque no sea economista, la esencia del tema. En este sentido es un buen texto divulgativo, sin perder por ello alcance crítico.

El capítulo 3 se refiere al momento decisivo de los años 70, cuando el neoliberalismo aparece como alternativa frente a los diversos problemas que sacuden al mundo en esos años agitados de tensa guerra fría global constituida de guerras calientes locales en muchas partes del mundo. No sobra recordar que el primer experimento neoliberal se da en Chile, a partir de la dictadura de Pinochet. No es casual. El autor muestra cómo la relación del neoliberalismo con la democracia no es precisamente armónica. Esquemáticamente, para el neoliberalismo la democracia es el mercado y la libertad es, ante todo, libertad económica, es decir, empresarial. El neoliberalismo en los años 70 surge como alternativa al “nuevo orden económico internacional” (ver por ej, la resolución 3201 de la ONU en 1974) y al fenómeno de estanflación que empezó a agobiar las economías nacionales. Es también la época de la huelga de la OPEP que estremeció a Occidente, Watergate, derrota militar de EEUU en Vietnam, Laos y Camboya, el Gulag soviético, el eurocomunismo. En esta historia mínima está claro que en los 70 el neoliberalismo se impone sobre un keynesianismo en crisis, lo que no queda tan claro es por qué. Todo indica que se conjugaron diversos aspectos económicos, sociales, políticos, militares, culturales. Escalante analiza algunos: crisis económica, agitación social contestataria, nuevos patrones de consumo, derrota cultural del marxismo, accionar de las fundaciones y grupos intelectuales neoliberales. Es también el momento de la muerte de Mao y un cambio más o menos silencioso en China que tendrá repercusiones notables en el siglo XXI. 

A este cambio, que implica el fin del pacto social de la posguerra y el agotamiento del keynesianismo, algunos lo llaman “giro civilizatorio” y da lugar a un mundo nuevo: una sociedad individualista, insolidaria, privatista, desigual, pero satisfecha o conforme con tal desigualdad asumida como “justa” y “natural” y, en todo caso, compensada con el consumismo.

El capítulo 4, titulado La Ofensiva, es el período “clásico” neoliberal, los tiempos de Reagan y Thatcher, y también los Gorbachov, Walesa y Wojtyla. Dos frases de Thatcher resumen el pensamiento neoliberal en ese momento: (1) “la sociedad no existe” (existen individuos) y (2) “No hay alternativa” (la alternativa es el caos o el gulag, ambas inadmisibles). Hago un paréntesis: en América Latina los ochenta fueron llamados “la década perdida” y su meollo fue la deuda externa. Este capítulo analiza las particularidades de USA y UK que diferencian las políticas de Reagan y Thatcher, también la difícil relación del neoliberalismo con el desarrollo de la periferia. En ese marco el libre comercio aparece como la panacea. El nuevo orden internacional que se impone tiene dos reglas: (1) Libre circulación de capitales pero no de personas y (2) rigurosa protección de los derechos de propiedad intelectual. Se sientan las bases del “consenso de Washington”. La década se cierra con el colapso del bloque soviético, el “fin de la historia” de Fukuyama (y la invasión a Panamá por EEUU con masacre de civiles). 

El consenso de Washington se resume en 10 puntos: disciplina presupuestaria, reducción del gasto público, reforma fiscal, liberalización financiera, tasas de cambio competitivas, liberalización comercial, promoción de la inversión extranjera, privatización de las empresas públicas, desregulación de la economía y protección eficaz de los derechos de propiedad. He ahí el recetario neoliberal. El Pacto de Maastricht que inicia el proceso de la Unión Europea también muestra fundamentos neoliberales.

El capítulo 5 se refiere a la idea de naturaleza humana del neoliberalismo: el capital humano, el Homo Economicus. El principal protagonista es el premio Nobel Gary Becker. El neoliberalismo no es una mera teoría económica, es una teoría de todo. De la moral, la política, la democracia, la cultura, la historia, la psicología, el derecho, la justicia, de la religión incluso. Sirve para todo y el modelo siempre es el mercado. El egoísmo no es malo, al contrario, es virtud. El hombre virtuoso es el egoísta, que es “lo natural”, el hombre individualista que épicamente emprende, se esfuerza, lucha, trabaja y “sale adelante” y “crea riqueza”, lo cual, en teoría, favorece a todos por la famosa teoría del “goteo”. No hay prueba empírica de tal cosa, la realidad es muy distinta. Pero si no se cumple, eso se explica a nivel individual con la hipótesis ad hoc de la falta de méritos o, a nivel de países, por la “cultura”. En otras palabras, los pobres son culpables de su pobreza, nadie más. Tal cinismo se sostiene sin sonrojo contra toda evidencia. En este capítulo hay análisis interesantes sobre las ideas de Rawls y el fenómeno popular de la derecha libertariana, Ayn Rand, cuyas tesis son difundidas en las redes sociales por gente de izquierda, síntoma del bajo nivel político de la izquierda actual.

El capítulo 6 entra de lleno en los años 90, la ampliación del mercado mundial, el “mercado libre”, con los países que pertenecieron al bloque soviético más el crecimiento de dos naciones superpobladas, China e India. La hipótesis de los mercados eficientes constituye la médula de la teoría neoliberal en plena implementación. Es el auge de las privatizaciones. Los paraísos fiscales se entronizan como parte esencial del sistema mundial. Las nuevas tecnologías sirven de plataforma para la globalización del capital, pero la existencia de fronteras sigue siendo clave para lo que no sea capital financiero. Las bolsas de valores ganan protagonismo. 

Por otra parte, la derrota de la izquierda lleva no sólo a la desaparición del comunismo en casi todas partes sino además a la dilución de la socialdemocracia. También partidos como el Laborista inglés y el Demócrata estadounidense asumen en mayor o menor medida las tesis neoliberales. En algunas partes surgen unas nuevas izquierdas culturalistas, identitarias, centradas en la defensa de las minorías y sus derechos culturales. De la reivindicación del derecho a la igualdad se pasó a la defensa del derecho a la diferencia, pero sin alternativas frente a la política económica que avanza rauda desmontando el estado de bienestar allí donde lo hubo en algún grado. La uniformidad ideológica se impone, el neoliberalismo se vuelve sentido común. Gramsci lo hubiera llamado “hegemonía”. El autor profundiza en el caso del peruano Hernando de Soto y su libro El Otro Sendero que se vendió como pan caliente en esa época. A pesar del triunfalismo neoliberal el balance de la década es mediocre: crecimiento menor a la época del estado de bienestar (y jalonado por China), desindustrialización en países centrales, concentración del ingreso y mayor desigualdad, desempleo, inseguridad laboral, precarización, caída de salarios, predominio total del capital financiero y un sector público débil, residual, desprestigiado, sin recursos. También luchas étnicas y guerras por doquier, hasta en Europa. Por ninguna parte la panacea prometida. Resultados positivos en algunos países sólo perduran un tiempo y se esfuman. Al final de la década estalla la burbuja de las punto com. 

El capítulo 7 es un análisis de la concepción neoliberal del sector público. Para el neoliberalismo el sector privado es fuente de todo tipo de virtudes, mientras el sector público es todo lo contrario. Si el mercado es el modelo de la suprema eficiencia entonces los bienes públicos deben convertirse en mercancías. Las privatizaciones malbaratan empresas públicas y generan un ingreso, pero por una única vez. Si las privatizaciones fracasan las empresas se renacionalizan, se rescatan, y el ciclo vuelve a empezar. No sólo se busca encoger el estado sino además que la administración pública se transforme siguiendo las pautas de la administración privada, tercerizando o simulando mercados. Otra vía son las nuevas formas de gestión con indicadores cuantitativos por doquier y sus auditorías concomitantes. No eliminan la burocracia sino que la transforman y así surge la nueva industria de las certificadoras. Se trata de una industria de la influencia y la credibilidad, y una forma de control. El autor se enfoca en los casos de la salud y, sobre todo, de la educación y cómo el neoliberalismo se ha enfrentado no sólo a los languidecientes sindicatos sino a una inercia más difícil de derrotar: las corporaciones profesionales, como maestros y profesores, por ejemplo. La batalla por la educación es crucial para el neoliberalismo, y abarca tanto el contenido como la forma. En el ámbito de la educación superior hay que incluir no sólo la formación de profesionales a la medida del mercado laboral, eliminando todo lo “inútil”, sino también la investigación científica que debe ser útil, inmediata, medible, generadora de propiedad intelectual. La educación debe estar al servicio del sector productivo, también llamado “sector real” (es decir, en contraposición a la academia que no es “real”). El resultado ha sido el predominio de la educación privada y en el caso de la educación pública la reducción de la autonomía de las universidades y de los profesores, todo un éxito. Pero ha aumentado la burocratización, el control vertical, los procedimientos rígidos, la centralización, mayores costos administrativos y aunque puede haber más cantidad de investigación, de la calidad hay muchas dudas.

El capítulo 8 se refiere a la teoría del Estado. Escalante deja en claro que no es cierto que el neoliberalismo abogue por un laissez faire. El neoliberalismo requiere un Estado activo, pero eso sí, que sirva al mercado. Un Estado que ponga las reglas del juego de la economía lejos del alcance de las mayorías. Un Estado capaz de crear mercados, con un nuevo tipo flexible de servicio civil (funcionarios). Un Estado facilitador con una nueva forma de “gobernanza”. En últimas, el Estado es una empresa y como tal debe gerenciarse. Es decir, la política se disuelve y el Estado es privatizado. Esta visión se extiende a la democracia y todo lo demás, aparece una teoría económica del derecho, de la democracia, de la justicia. Y una nueva teoría del origen y legitimación del estado.

El capítulo 9 aborda la crisis de 2008 que pudo ser el momento del fin del neoliberalismo, su fracaso absoluto, pero que sin embargo, logró sobreaguar. La teoría neoliberal sortea la dificultad teórica de un hecho empírico que lo refuta con un recurso muy conocido de la epistemología: la tesis Duhem-Quine, esto es, recurriendo a hipótesis ad hoc (¿qué diría Popper?). Uno de los salvavidas del neoliberalismo es la ausencia de teoría alternativa. En este análisis Escalante muestra el estado actual de la economía como profesión, como ciencia, como unidad académica de las instituciones universitarias. Una de las voces del pasado que resuena es la de Hyman Minsky con sus ideas centradas en la acumulación y el crédito. Su tesis es que el sistema financiero es inestable por definición y está sujeto a ciclos y crisis por la propia lógica del sistema. Otros autores actuales como Krugman, Stiglitz, Keen, Quiggin, Picketty, o antiguos como el propio Minsky, Polanyi, Skidelski y hasta Keynes, resuenan, pero no hay ningún programa concreto, coherente. Como en los años 70, dice Escalante, el neoliberalismo impone su talante “rebelde”, antipolítico, antiintelectual, populista, antiestado, y su discurso económico se centra en la austeridad del Estado (por ej en la Unión Europea donde los estados nacionales cedieron soberanía en variables como la emisión de moneda). Los estados endeudados casi no tienen capacidad de maniobra, no puede elevar el déficit, pero sí competir por ofrecer condiciones fiscales más favorables al capital o mano de obra más barata. Por donde se le mire los ricos ganan y los pobres pierden. La crisis no disminuyó la concentración del ingreso, sino todo lo contrario. En la última parte del capítulo el autor analiza el atraso de la periferia, en especial el caso de las primaveras latinoamericana y árabe. Creo que Escalante se equivoca cuando liga a Acemoglu y Robinson y la visión neoinstitucionalista con el neoliberalismo (p.237). El individualismo y la descontextualización respecto a la historia no están en los autores de Por qué fracasan las naciones.

El último capítulo, el 10, se titula El Opio de los Intelectuales, el mismo título de un libro antimarxista de Raymond Aron, publicado en 1955. Según Escalante el rasgo dominante del actual momento histórico no es la tecnología, como podría parecer, sino un sistema de ideas, un programa político, una configuración institucional, un modo de producción globalizado, que se traduce en la vida misma a nivel cotidiano, que está en todas partes. Es el momento neoliberal (aunque no da tanto como para hablar de una “civilización neoliberal”). Algo comparable al momento liberal de la primera mitad del siglo XIX. El neoliberalismo tiene una matriz intelectual que lo hace atractivo y le brinda cohesión. Como sistema de creencias el neoliberalismo es una especie de teología sustituta, una ortodoxia con su lenguaje especial que ha infectado el sentido común, un programa utópico para modelar la conducta de los seres humanos, una pseudociencia con una concepción decimonónica de la ciencia. Este programa ha logrado una distorsión del sistema de educación superior y un empobrecimiento de la vida pública (producto del predominio de un Star System intelectual). El neoliberalismo constituye un opio de los intelectuales porque en su simpleza resulta atractivo como explicación totalizante (como en su momento el marxismo), porque es “rebelde”, “combativo”, “antiestablishment”, antipolítico, antiburocracia y cuando le conviene es antiintelectual y populista. Los empresarios no son “establishment” pues todo el mundo puede ser empresario, tú también, ellos son los creadores de riqueza. El neoliberalismo logra amalgamar el prestigio de la rebeldía con la desculpabilización de la riqueza. Todos somos individualistas, egoístas, sólo nos diferencia el mérito. A ese “realismo” se le puede llamar cínico. Y si todo ese discurso falla, la última línea de defensa es la libertad. Sociedad abierta y mundo libre, una promesa de progreso, de defensa del futuro contra el pasado, de utopía libertaria, a favor del curso de la historia.

En el último apartado del capítulo el autor hace una crítica equívoca a la psicología evolucionista cayendo en la falacia del “hombre de paja”. Un mal cierre para un buen libro. La tesis que intentó criticar en principio era la falacia naturalista de Hayek y otros neoliberales, pero se desvió hacia una nueva disciplina que, si bien tiene sus problemas (Bunge, por ejemplo, la ha criticado), no es como Escalante la pinta. Lo cierto es que ni la naturaleza ni la sociedad humana brindan soporte empírico a la teoría neoliberal. En este sentido el neoliberalismo es una pseudociencia que, como justificadora del statu quo, es en realidad una ideología.

El libro termina con una apostilla que esboza elementos para una alternativa. Se resume en tres puntos:

-Abandonar la matriz de conocimiento que el neoliberalismo ha impuesto como sentido común, pues hay otras formas de conocimiento, dice Escalante, refiriéndose a las ciencias sociales (lo que implica revertir la autonomía de la esfera económica)
-La contrastación empírica que muestra que el experimento fracasó
-La recuperación de la dimensión pública de la vida social

Finalmente aparece una orientación de lecturas para conocer más sobre la producción intelectual neoliberal y de sus críticos.

El autor también remite a su website: www.fernandoescalante.net

Comentarios

Ya mencioné tres críticas puntuales: el manejo de los conceptos de “teoría” y “modelo” (cap. 2), el involucrar a Acemoglu y Robinson con el neoliberalismo y la crítica a una caricatura de la psicología evolucionista. En lo demás puedo concordar con el autor.

Un aspecto básico al cual el autor no le hace suficiente énfasis a la hora de explicar el predominio del neoliberalismo es que la base social o sujeto social que sostiene la ideología neoliberal no son los intelectuales autores de las ideas sino la élite que adquiere más poder con estas políticas económicas precisamente debido a la concentración del ingreso en el 10% más alto, el 1% más alto o el 0,1% más alto. El círculo que se retroalimenta es: políticas económicas > concentración > élites más poderosas > más políticas económicas.

Escalante no hace referencia al tercer sector, “tercera vía”, a la economía solidaria, al procomún colaborativo, el prosumidor y menos a su conexión con nuevas tecnologías, y tampoco a la tendencia hacia un costo marginal cero. Me refiero, desde luego, a los temas que resalta Jeremy Rifkin.

La relación del neoliberalismo con el liberalismo manchesteriano, el benthamismo, el liberalismo moderno progresista y humanista, la corrección política, no está clara en el texto. Da la impresión de que el neoliberalismo es como una secta extremista surgida en el seno del liberalismo. Lo mismo aplica a la relación con el conservatismo y el nuevo fenómeno del populismo de derecha (aunque esto último es posterior a 2015). 

En el análisis de la investigación académica y la propiedad intelectual, el autor no aborda el tema de la innovación y la competitividad que está en el centro de la relación Universidad – Estado – Empresa.

Mientras sucedían los acontecimientos que narra el libro muchas cosas pasaron en el seno de la izquierda, el marxismo, el socialismo y el comunismo. Esa otra cara de la moneda es narrada someramente en mis dos notas tituladas El desafío de la Izquierda actual y Los tres oscurantismos (ver sección de notas en el muro Facebook de Jorge Senior y próximamente en este blog). En la izquierda también hubo movimientos intelectuales que a la postre han servido para facilitar la tarea de imponer el neoliberalismo. Los tres oscurantismos infiltrados en la Izquierda son: el posmodernismo, el construccionismo social y el decolonialismo. Mi narración década por década puede compararse en paralelo con el libro de Escalante que también narra década por década.

El tema de la caída del bloque soviético o el auge del modelo chino son, desde luego referentes importantes del libro, pero no son analizados en sí. ¿Por qué fracasó la economía planificada? Por cierto, si aceptamos el enfoque de Hayek entendiendo al mercado como procesador de información, quién quita que en un futuro no lejano, con el desarrollo de la inteligencia artificial y la conectividad informática, el procesamiento de información pueda hacerse mejor por medios artificiales distintos al mercado, incluso no necesariamente centralizados?

A pesar de estos aspectos el libro me parece muy pertinente y recomiendo su lectura a todo aquel que desee entender lo que ha pasado en el último medio siglo y lo que está sucediendo en el mundo actualmente.

1 comentario:

  1. Anónimo7:54 a.m.

    Me parece muy interesante la presentación y crítica del libro, buena invitación a leerlo, me gustaría saber si lleva algún análisis paralelo mayor entre esta forma de capitalismo y el sistema democrático. Muy buen aporte, gracias!

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