viernes, agosto 04, 2023

El padre del Big Bang fue Gamow, no Lemaitre


 


Grupos interesados andan promoviendo en redes y medios al sacerdote y cosmólogo Georges Henri Lemaitre como “padre del Big Bang”, por medio de memes sin fundamento que muchos tragan entero.

En primer lugar, es falso que Lemaitre fuese el autor del primer modelo de Big Bang, muy a pesar de que la susodicha atribución haya hecho carrera por las afirmaciones ligeras de divulgadores famosos y de académicos admiradores del personaje. Denominarlo “padre del Big Bang” es una tergiversación de la historia de la cosmología, como veremos más adelante. Y en segundo lugar, tal mentira es propagada con la intención de exaltar la religión, como si los méritos de Lemaitre como científico se trasladaran a sus creencias u opiniones no científicas. Ahí se oculta el llamado “argumento de autoridad” que es una falacia tanto si la autoridad es auténtica como si es un caso de falsa autoridad. En ningún caso la autoridad reemplaza el sustento con base en evidencias, hechos, pruebas experimentales u observacionales.

Las opiniones de un científico, por bueno que sea en su especialidad, sobre asuntos que no son de su especialidad, no tienen más valor que las de cualquier otra persona educada. Y aún si fuese en su especialidad, mientras sean opiniones y no conocimiento, tampoco merecen la suficiente credibilidad como para definir un debate. Los debates se ganan o se resuelven con argumentos con rigor lógico y basados en la evidencia.      

Que un científico sea sacerdote o un sacerdote sea científico no prueba que la religión y la ciencia sean compatibles o complementarias. Lo único que revela tal doble condición es la incoherencia de esa persona. No hay que olvidar que la incoherencia –desafortunadamente- es una característica muy común en los humanos y los científicos no necesariomente están exentos de ella. Tampoco hay que olvidar que la ciencia se volvió un asunto de especialistas y el sistema educativo refleja esa tendencia que Ortega y Gasset llamó “la barbarie de la especialización”. Esto lleva a que muchos científicos carezcan de una formación filosófica y de una cosmovisión científica integral más allá de su estrecho nicho académico.

Sobre la presencia de sacerdotes o simplemente de creyentes religiosos o místicos en la actividad científica lo único relevante es la evolución estadística de esa presencia a través del tiempo. Y esa estadística lo que muestra es que la presencia de creyentes en las comunidades científicas de primer nivel disminuye, mientras la presencia de agnósticos o ateos aumenta inexorablemente.

La ciencia y la religión son incompatibles porque la ciencia se basa en una ontología materialista y naturalista, rechazando todo lo sobrenatural y toda explicación antropomórfica de fenómenos naturales, mientras que la religión hace lo contrario al prohijar pseudoexplicaciones basadas en seres mágicos como dioses, espíritus, duendes, etc. También son incompatibles en lo epistemológico y metodológico: la ciencia es objetivista y racioempirista, mientras la religión es subjetivista e irracionalista. La ciencia es ajena a la fé y la religión es ajena a la evidencia. También son incompatibles en el caso de la ciencia de la historia cuando su objeto de estudio es el fenómeno religioso. Por ejemplo, no se puede hacer historia científica de la religión bajo el prejuicio de que la creencia religiosa es verdadera (sin mencionar que no hay una creencia religiosa universal sino miles de creencias diferentes). La historia científica de las religiones lo que muestra es que son inventos de carácter idiosincrásico en el contexto de las culturas populares. Por su parte, la neuropsicología rechaza conceptos como el alma inmortal o alma incorpórea, los cuales carecen de evidencia y chocan contra el conocimiento científico.

En resumen, mencionar ejemplos de científicos creyentes o extrapolar sus opiniones metafísicas no constituyen argumentos válidos a favor de la veracidad de una u otra religión. Sólo evidencian la incoherencia de tales sujetos. Lo que sí resultaría interesante es que pudiesen probar que el porcentaje de creyentes religiosos en las comunidades científicas tiende a aumentar a medida que la ciencia avanza. Pero la tendencia es exactamente al revés.

Vamos ahora a la historia de la cosmología.

El primer modelo del Big Bang fue elaborado por George Gamow en 1948. Para esa época la idea de la expansión del universo ya era ampliamente aceptada gracias a los trabajos de Edwin Hubble y Milton Humason en Monte Wilson. La hipótesis de Gamow pretendía explicar la expansión, pero además pretendía explicar la nucleosíntesis de los elementos químicos (y en efecto lo logró para los casos de hidrógeno, helio y trazas de Berilio y Litio). Este trabajo lo asumió su discípulo Ralph Alpher como doctorando y dio lugar, entre otros, al famoso artículo Alpher, Bethe, Gamow, un juego de palabras con el alfa, beta, gamma del alfabeto griego, pues Bethe no aportó allí; también hay que mencionar a Robert Herman, quien con Alpher calculó la temperatura de la radiación cósmica de fondo teorizada por ellos). Y ese es otro aspecto clave: predijeron un fondo cósmico de microondas. La hipótesis enfrentaba a una hipótesis rival: la del Steady State o estado estacionario, también llamado de creación continua, la cual era sustentada por Fred Hoyle. Y precisamente fue Hoyle, en un programa radial en 1949, quien le puso el apodo de “Big Bang” a la hipótesis de Gamow.

El descubrimiento de la radiación cósmica de fondo en 1964 por Penzias y Wilson le dio la victoria a la hipótesis de Gamow sobre la de Hoyle (aunque Hoyle triunfó con su trabajo sobre nucleosíntesis estelar). Desde entonces el Big Bang se convirtió en el modelo estándar de la cosmología main stream. Vale aclarar que el Big Bang no es una teoría. Es el nombre, apodo o etiqueta que le damos a una familia de modelos cosmológicos sobre el universo temprano (inicio de expansión) que tienen unas características comunes (el modelo de Gamow y sus discípulos fue el primero de una serie de variados modelos). Se soporta en teorías científicas de tres campos de la física: la Relatividad General, la física cuántica y la termodinámica. Y se sustenta en evidencias como: la radiación cósmica de fondo, la expansión (redshift o corrimiento al rojo de espectros galácticos en proporción a distancia, es decir, ley de Hubble) y la composición química del universo con más de 99% de hidrógeno y helio.

Lemaitre, por su parte, fue un gran científico a pesar de ser sacerdote, pero no por ello hay que sobrevalorarlo. Su hipótesis del “átomo primigenio o primordial”, resultó falsa, y no se puede confundir con el Big Bang como pretenden los propagandistas religiosos. Lemaitre tampoco fue el primero en ofrecer un modelo de universo en expansión. Ya De Sitter en 1916-17 había hecho lo propio con un modelo sin materia (la discusión entre De Sitter y Einstein fue clave para alejar a Einstein del principio de Mach). El soviético Aleksandr Friedman fue el primero en hacer modelos de universo en expansión con materia en 1922-24. Lemaitre hizo lo propio en 1927. Y posteriormente Robertson y Wilson hicieron lo suyo (de sus iniciales viene la sigla “métrica FLRW”, nótese que la L de Lemaitre va de segundo).

Tampoco hay que subvalorar a Lemaitre. A favor del científico belga podemos decir que en su trabajo de 1927 prefiguró la ley de Hubble en un escrito que tuvo una incompleta traducción al inglés, hecha por él mismo. Muchos consideramos que la Ley de Hubble debería denominarse Ley de Hubble-Lemaitre, tal y como lo aceptó la IAU hace pocos años.

En una próxima entrada analizaremos el artículo corto de 1931 en Nature en el cual Lemaitre lanza su idea especulativa del "átomo primordial" con el objeto de mostrar que tal artículo no tiene nivel científico,  ni hace parte de la familia de modelos de Big Bang y que además estaba desencaminado, de ahí que el concepto de "átomo primordial" no se instaló en el vocabulario científico ni constituye un concepto válido actualmente. 

Nota Bene. Aprovechemos para aclarar que es falso que Einstein dijera alguna vez que la constante cosmológica Lambda que introdujo en 1916-17 fuese “el mayor error de su vida”. Ese cuento lo inventó Gamow como prueba Mario Livio. La constante cosmológica para modelar un universo estático no fue un error, sino una necesidad para corresponder a los datos de la época (sólo el trabajo de Vesto Slipher insinuaba algo diferente, pero era insuficiente). Cuando los datos dijeron otra cosa en los años 20, Einstein aceptó la idea de un universo en expansión y quitó la constante cosmológica Lambda. Sin embargo, Lambda reapareció en la cosmología desde los trabajos de 1997-98 que introdujeron el concepto de “energía oscura”.   

Conclusión: George Gamow es el “padre del Big Bang”, si es que queremos otorgar ese título. De todos modos los científicos siempre están parados en los hombros de gigantes, como bien dijera Newton. La ciencia es un proceso colectivo.