Navegando por mis redes pesqué un artículo del Washington Post que me llamó la atención (ver aquí). Fue publicado el primero de octubre y lo que me atrapó es que afirmaba en su titular que el acuerdo de paz en Colombia llevó al descubrimiento de una nueva especie de dinosaurio. ¿El acuerdo de paz? Contra lo que un lector colombiano podría sospechar el dinosaurio no era el Centrus Democráticus sino el Perijasaurus lapaz.
El cuento reforzado de que el
acuerdo de paz tenía que ver con este logro paleontológico se lo inventaron los
propios investigadores, un equipo liderado por Jeffrey Wilson Mantilla en el marco
de una alianza entre la Universidad del Norte y la Universidad de Michigan, al
incluirlo en la justificación del nombre con el cual bautizaron a la nueva
especie registrada. Y fue por esa
jugadita que el Washington Post lo
convirtió en noticia. No es que la noticia científica no tenga valor, pero al
ser algo muy técnico no atrae lectores, así que el periodismo le pone picante
político para que sepa más sabroso.
La realidad prosaica es que el
fósil de 175 millones de años fue descubierto en 1943 en el municipio de La Paz, la tierra del ruiseñor del
Cesar, Jorge Oñate, en las estribaciones de la Serranía del Perijá, cadena montañosa que pertenece
a la cordillera oriental y marca la frontera con Venezuela al norte del país.
Eso es lo que sustenta el nombre del dinosaurio colombiano: Perijasaurus
lapaz, un saurópodo herbívoro parecido a los famosos brontosaurios. En sus buenos tiempos del Jurásico inferior,
este animal de larga cola y largo cuello tenía unos 12 metros de punta a punta
y es el único de su tipo encontrado en el norte de Suramérica. A pesar de que
sólo se halló una vértebra durante una exploración petrolera de la Tropical Oil Company hace ocho décadas,
los científicos actuales pueden calcular el tamaño, inferir sus múltiples
características y así clasificarlo en el sistema taxonómico como una nueva
especie.
El hallazgo científico actual no
es, entonces, el descubrimiento del fósil sino su clasificación validada como
especie nueva, arrojando luz sobre una época de diversificación temprana de los
saurópodos en latitudes tropicales. El
artículo original, con varios autores colombianos, fue publicado el 10 de
agosto de 2022 en el Journal of
Vertebrate Paleontology. Para hacer
su investigación, los paleontólogos colombianos y extranjeros tuvieron que
ejecutar, tanto un trabajo sofisticado de laboratorio, como un trabajo de campo
en el departamento del Cesar, cerca de la carretera que conduce de La Paz a
Manaure.
Según ellos no había condiciones
para ese trabajo de campo antes del acuerdo de paz debido a la presencia
guerrillera. Pero lo cierto es que
Perijá no sólo fue territorio del Frente 41 de las FARC, también lo ha sido del ELN, grupo que apenas acaba de
reiniciar negociación con el gobierno de Gustavo Petro en esta semana. Por ejemplo, en agosto de 2020 fue capturado
en La Paz un dirigente del Frente José Manuel Martínez Quiroz del ELN que lleva décadas en esa región. Por esa presencia de los elenos y por el
hecho de que la zona de donde proviene el fósil es de baja altitud y fácilmente
accesible por carretera, resulta poco creíble que el peace agreement con las FARC haya sido determinante para el
proyecto de investigación. Más bien
parece un toque macondiano adrede para condimentar un árido artículo académico
y una estrategia para llegarle a un público más amplio. Y el truco tuvo éxito, pues la prensa
colombiana se dedicó a resaltar el hecho que normalmente habría pasado
desapercibido.
Vale recordar que no muy lejos de
la zona, un poco más al norte, en la mina carbonífera del Cerrejón en el
departamento de La Guajira fue descubierto en 2009 el famosísimo fósil de la
serpiente más grande que ha existido, la Titanoboa Cerrejonensis, que pesaba más de una tonelada. Esta serpiente récord tiene su propia entrada en Wikipedia. La titanoboa existió en una época mucho más
reciente que el perijasaurio, pues
data del paleoceno, un período posterior a la extinción de los dinosaurios
(hace unos 58 a 60 millones de años).
Pero en ambos casos había un hábitat tropical por lo que sorprende que
esos fósiles se conservaran a pesar del calor y la humedad.
Hemos hablado de dinosaurios y
serpientes gigantes, de exploraciones de petróleo y carbón, de las FARC y el ELN. Y ni siquiera hemos mencionado la riqueza de
la cultura vallenata que florece en el plan y en la montaña, en esa tierra
exuberante que es el valle encajonado entre dos sierras magníficas. Ya nombré a uno de sus grandes cantores, el
jilguero que falleció el año pasado y que en sus viejos tiempos entonaba “La
Paz es mi pueblo, con sus calles raras, donde tanto tiempo allá, canté
madrugadas”.
Con la música revoloteando por
tus oídos sigues hasta San Diego, tierra de poetas, y brindas en su Café
Literario Vargas Vila. Continúas por la
carretera hasta El Desastre, donde los liberales perdieron una cruenta batalla
durante la guerra de los mil días. Si subes por la bodega, antes de llegar a
Codazzi, atravesarás cafetales y aguacatales hasta que perdido entre las
montañas, a más de dos mil metros de altura, de pronto, divisarás un cañón
profundo y al otro lado, una visión fantástica en medio de la bruma: la cascada más alta de Colombia, tan
alta que no se alcanza a ver donde termina: es La Vela.
Entiendes entonces lo que sintió
Humboldt cuando viajó por América, tal y como lo narra Andrea Wulf en su libro La invención de la naturaleza. En la cinta Los viajes del viento, con sus majestuosos paisajes, Ciro Guerra
apenas nos brinda un atisbo, un sorbo de su magnificencia.
Así es Perijá, tierra ancestral
del pueblo Yukpa, de la familia Karib, que antiguamente dominaba toda la
cordillera y hoy se ha reducido a menos de 20 mil personas. Un territorio
misterioso que entre el páramo de Sabana Rubia y el río Tocaimo de Leandro Díaz
encierra el secreto mejor guardado del M-19,
un sueño de Carlos Pizarro que un grupo de locos trató de plasmar en la
realidad. Un sueño desconocido, como vértebra de un dinosaurio que nunca
existió, cuya única pista escrita se encuentra en la autobiografía
del Presidente de la República.
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