Por primera vez en sus 175 años de historia, la prestigiosa revista Scientific American decidió apoyar a un candidato en el peculiar sistema bipartidista de EEUU (tan peculiar que en 2000 y 2016 ganó el que sacó menos votos). El hecho es tan insólito que ha repercutido mucho más allá de sus siete millones de lectores. Puede analizarse en el marco de la coyuntura electoral, pero su carácter extraordinario invita a una lectura más profunda del acontecimiento.
Scientific American, cuya edición en español se titula Investigación y Ciencia, no es cualquier revista. Se trata de la publicación científica para
público amplio más importante del mundo.
Es la cumbre del periodismo científico y en ella han escrito los
científicos más brillantes de los últimos dos siglos. Actualmente pertenece a Springer Nature.
El pronunciamiento aparece en el editorial
de octubre de 2020 divulgado esta semana y está firmado por los editores en
pleno. En él se evalúa a Trump y su
gestión en relación con la pandemia, el sistema de salud, el cambio climático y
la transición energética. Asimismo se
evalúa el programa de Joe Biden del Partido Demócrata en los mismos ítems.
Arranca diciendo que “la
evidencia y la ciencia muestran que Donald Trump ha perjudicado gravemente a
Estados Unidos y a su pueblo debido a su rechazo de la evidencia y la ciencia. El ejemplo más desvastador es su respuesta
inepta y deshonesta a la pandemia de Covid-19 que, para mediados de septiembre,
ha costado la vida a más de 190.000 estadounidenses. También ha atacado a las protecciones
ambientales, al sistema de salud, a los investigadores y agencias públicas de
ciencia que ayudan a este país a prepararse para sus mayores desafíos”.
El editorial abunda en ejemplos
del manejo “catastrófico” de la pandemia por parte de Trump, incluyendo sus
mentiras. Frente a algo tan sencillo y
básico como la utilización de mascarillas, el presidente activamente estimuló
su no uso. Su actitud de subestimar la pandemia en vez de
controlarla y de ignorar el consejo de los expertos conllevó al rebrote con
graves consecuencias económicas y sociales, como el desempleo. Trump mintió al
público sobre la letalidad del virus propiciando riesgosos comportamientos de
la ciudadanía y dividiendo al pueblo entre los que se toman en serio la amenaza
y aquellos que se creen las falsedades del mandatario. Más allá del virus, Trump ha tratado de
eliminar la Ley de Asistencia Asequible y Protección al Paciente sin ofrecer
alternativas, ha propuesto recortes multimillonarios a los institutos
nacionales de salud, la Fundación Nacional para la Ciencia y los centros de
control y prevención de enfermedades. Así
como ataca al sistema de salud ha presionado para eliminar las regulaciones de
salud de la Agencia de Protección Ambiental para mayor riesgo de la gente y ha
reemplazado a científicos con representantes de la industria en las juntas
asesoras de la agencia. Con su
negacionismo del cambio climático Trump ha obstaculizado todo lo que apunte a
su mitigación.
En contraste con las duras
criticas al aspirante a repetir período, el editorial analiza positivamente el
programa de Biden. Dice que el candidato
demócrata, que derrotó a Bernie Sanders en las primarias, “viene preparado con
planes para controlar el Covid-19, mejorar el sistema público de salud, reducir
las emisiones de carbono y restaurar el rol de la auténtica ciencia en la
gestación de políticas públicas”. Las
propuestas de Biden se fundamentan en el conocimiento de expertos, como David
Kessler, quien fue director de la FDA, Rebecca Katz, especialista en
inmunología de la Universidad de Georgetown University y Ezekiel Emanuel,
bioeticista de la Universidad de Pennsylvania. No incluye a médicos que creen
en extraterrestres o en falsas terapias desenmascaradas por la ciencia y que
Trump tanto elogia.
Los editorialistas de la revista
destacan diversos aspectos de las propuestas de Biden en salud, política social
y medio ambiente. En este último tema
vale la pena detenerse, pues tiene implicaciones para el resto del planeta.
Biden, dice la revista, planea
planea invertir dos billones de dólares en el sector energético libre de
emisiones, construir estructuras y vehículos con uso eficiente de energía,
impulsar la energía solar y eólica, establecer agencias de investigación para
desarrollar la energía nuclear segura y tecnologías de captura de carbono,
entre otras acciones. La inversión
generará dos millones de empleos y el plan se financiará –en parte- eliminando
los recortes de impuestos con que la administración Trump benefició a las
corporaciones. El 40% de estos
desarrollos de infraestructura y energía beneficiarán a comunidades historicamente
desfavorecidas. El editorial reconoce
que la implementación de algunos de estos programas del candidato demócrata
dependerán de sortear el camino legislativo.
Finalmente el editorial advierte
que “Trump y sus aliados” (nótese que se cuida de no mencionar al Partido
Republicano como tal) han tratado de crear obstáculos para la votación de
noviembre, por lo que invita a los ciudadanos a superar esas trabas y
votar. Y remata: “Es tiempo de sacar a
Trump y elegir a Biden, quien tiene una trayectoria de respeto a los datos y a
la ciencia”.
Este texto muestra a una sociedad
polarizada entre la ciencia y la anticiencia, un fenómeno que de manera menos
aguda se manifiesta también en Europa y América Latina. Lo vemos en Bolsonaro en Brasil y en el
anterior gobierno del PP en España. Pero
también en otros partidos y gobiernos, incluso en algunos de izquierda. Derechas como la trumpista, la uribista o la
de Bolsonaro se nutren de oscurantismos religiosos, conspiranoicos
y pseudocientíficos. Pero otros
oscurantismos han infiltrado a las izquierdas a partir del posmodernismo, por
ejemplo, el construccionismo social y el decolonialismo antioccidental. Y nunca faltan los que se creen de izquierda
pero tragan entero las “teorías conspirativas”, las supersticiones “ancestrales”
y las pseudociencias que posan de alternativas al gran capital.
Coletilla: la lección para
nosotros es que la educación para la democracia y la educación científica de
calidad son una sola. Con esa premisa
debemos repensar una reforma educativa en Colombia.
Publicado el 18 de septiembre de 2020 en mi columna Buhografías en el portal El Unicornio
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