Reseña del libro Una herencia incómoda de Nicolas Wade
Esta reseña fue publicada en la revista Advocatus en 2015
Editorial Planeta, a través de su sello Ariel, ha publicado la que
posiblemente es la obra más polémica de 2015 en los países de habla hispana,
como ya lo había sido en 2014 en naciones angloparlantes. Se trata del libro Una herencia incómoda,
subtitulado Genes, raza e historia humana, autoría del editor de ciencia y
tecnología del New York Times, Nicholas Wade.
El título original es A troublesome inheritance: genes, race and
human history.
Wade es licenciado en ciencias naturales del King’s College
(Universidad de Cambridge), ha sido editor de Nature y Science. Es autor de
varios libros y numerosos artículos de divulgación científica e historia
contemporánea de la ciencia.
El texto de Wade es un gran ensayo de revisión en torno a la evolución
humana reciente y su trasfondo histórico.
El autor empieza por reconocer un factor clave que el “Modelo Estándar
de las Ciencias Sociales” usualmente olvida: que el homo Sapiens es un animal y
que la historia humana se desenvuelve en el marco de la evolución biológica.
Los desarrollos recientes en diversos campos de las ciencias de la vida tienen
un impacto profundo en las ciencias sociales. Genética, epigenética, evo-devo, genética
de poblaciones humanas, genografía,
neurociencias, entre otras, constituyen disciplinas que en conjunto convergen
en un campo sumamente dinámico en la actualidad, a veces denominado “Ciencias
de la Naturaleza Humana”.
En particular, la paleogenómica y la genografía han permitido rastrear
la historia de las migraciones del ser humano moderno desde el África
noroccidental a Eurasia, Oceanía y las Américas en los últimos 50 mil años,
desplazando y eliminando a otros homínidos como Neanderthales y Denisovianos,
no sin antes tener con ellos algún grado de hibridación. La gran capacidad de
desplazamiento y ocupación de territorio de esta especie llevó a una
diversificación notable, pero reciente, y en términos generales de tipo
arborescente, generando múltiples variedades o razas. Hoy sabemos que la humanidad tiene un origen
común no muy lejano y que compartimos los mismos genes, pero también sabemos
que durante milenios poblaciones más o menos grandes se separaron parcialmente,
diferenciándose por sus frecuencias alélicas, y constituyendo subgrupos que
aproximadamente coinciden con las tradicionales “razas” intuitivas que de
manera no científica se establecieron al entremezclarse las culturas en los
últimos siglos, muchas veces de manera violenta y opresiva. Este proceso no debe entenderse como la
ramificación en bloques homogéneos diferenciados entre sí, pues las poblaciones
mantienen, en los pocos milenios transcurridos, una enorme heterogeneidad
interna, fundamental para la supervivencia.
El volumen tiene 10 capítulos. Los primeros cinco capítulos sustentan
la tesis de la base biológica de la raza a partir de recientes desarrollos
científicos y en contravía de la posición mayoritaria de los científicos
sociales (por ejemplo la famosa declaración de la Asociación Americana de
Antropología en 1998 que considera a la “raza” como un constructo social sin
fundamento científico y por lo demás perjudicial). La segunda mitad del libro,
reconoce el autor, entra a un terreno hasta cierto punto especulativo y se
plantea la cuestión de si el comportamiento social, y por tanto la naturaleza
de las sociedades humanas, ha experimentado un cambio evolutivo en el pasado
reciente. Wade admite que no hay suficientes pruebas sobre el asunto, pero
indica que se debe a que no ha habido una investigación sistemática al respecto
y que urge hacerlo.
Dado que el tema racial es sumamente sensible, no sólo en EEUU, las
críticas no se hicieron esperar. Entre ellas, destaca una carta al NYT firmada
por 143 profesores de universidades estadounidenses. En la edición en español
Wade responde a estas críticas en el prefacio.
Independientemente de si Wade tiene o no razón en sus afirmaciones,
resulta muy pertinente su lectura en facultades de derecho, ciencias sociales,
ciencias de la salud, ciencias naturales, así como es importante generar
espacios de discusión sobre la diversidad humana y sus implicaciones éticas,
jurídicas y culturales, pues el concepto abstracto de igualdad no se sustenta
en el desconocimiento de las diferencias existentes.
Este texto, además, hace parte de una creciente tendencia a la
biologización de las ciencias sociales, como se expresa en las obras de Steven
Pinker, Edward Wilson, Daniel Dennet, David Stamos y otros autores. Tendencia
que suscita un intenso debate epistemológico en las ciencias sociales,
enfrentando las posiciones extremas de los reduccionismos culturalista y
biologista, con la visión integral que reconoce tanto el carácter biológico del
ser humano como las propiedades emergentes de la organización social.
Un libro excelente escrito con una prosa clara e inteligente.
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