El 24 de febrero de 2020 murió el filósofo latinoamericano más importante de todos
los tiempos. Pero Mario Bunge no estudió
filosofía, sino física. Este científico
se convirtió en filósofo en forma autodidacta, por su interés en problemas
filosóficos desde muy joven. Mario nació
en Buenos Aires y en el siglo que duró su vida tuvo dos etapas claramente
distinguibles: los primeros 40 años y los 60 siguientes.
En la primera etapa su base estuvo en
Argentina, viajó poco, hizo política de izquierda creando la Universidad
Obrera, sufrió la persecusión de militares y peronistas, investigó en física e
incursionó en filosofía de la ciencia intentando impulsar la modernización y
exactificación del trabajo filosófico en América Latina. Demoró demasiados años haciendo la tesis,
algo que puede servir de consuelo a muchos. En la segunda etapa se exilió,
migró por varios países para finalmente establecerse en la Universidad de
McGill, en Canadá, durante medio siglo, uno de los secretos de su
productividad. En esta fase de su vida
se alejó de la física práctica y se entregó de lleno a la filosofía, debatiendo
con los grandes filósofos de primera línea, recorriendo casi todas las áreas
del campo filosófico: ontología, epistemología, semántica, ética, filosofía
política. En filosofía de la ciencia
también recorrió todas las especialidades: de la filosofía de la física, pasó
por filosofía de las matemáticas, la química, la biología, la psicología, las
ciencias sociales, así como la filosofía de la mente y de la tecnología. Fue un
filósofo de talla mundial.
Su libro de Memorias,
publicadas a los 95, se tituló Entre dos
mundos. Esos dos ámbitos pueden
interpretarse como Latinoamérica y el mundo anglosajón o como la ciencia y la
filosofía. Su obra más importante fue el
Tratado de Filosofía Básica en ocho
tomos (1974-1989), producto de una labor descomunal para establecer el que
puede ser, quizás, el único sistema filosófico elaborado en el siglo XX, pues
en esta época lo que hay es especialistas y no generalistas sin terrenos
vedados. Otras obras importantes son Causalidad, Fundamentos de física, Crisis y
reconstrucción de la filosofía, A la caza de la realidad, Emergencia y
Convergencia. Tiene obras dedicadas
a las ciencias sociales, a la filosofía de la medicina, a la ingeniería, a la
educación. Es decir, casi todas las
profesiones pueden encontrar textos de Bunge pertinentes a su campo. Con el colombiano Rubén Ardila escribió una
obra conjunta sobre filosofía de la psicología.
Lo irónico es que el texto que le dio más fama en Colombia fue el
pequeño manual La ciencia, su método y su
filosofía, que en realidad es poco importante dentro de su producción. En
total produjo más de 70 libros y centenares de artículos y columnas
periodísticas.
Una de sus características fue su apoyo al movimiento
escéptico y el combate permanente contra los oscurantismos de todas las
pelambres: las pseudociencias, los posmodernismos, el construccionismo social y
toda filosofía idealista, irracionalista o relativista radical. Mario fue ateo, por supuesto, y afín al
socialismo democrático, pero sin militancia partidista. Su filosofía se puede
definir en los siguientes parámetros: materialista, realista, emergentista,
sistemista, racioempirista, cientificista y agatonista en ética. Es claramente
un filósofo moderno, heredero de la Ilustración.
Tuve la oportunidad de conocer a Mario Bunge en el 2015
durante el primer Encuentro
Latinoamericano de Filosofía Científica en Buenos Aires, precisamente
celebrado como un homenaje a este pensador.
Allí pude conversar con él sobre la biologización de las ciencias
sociales (tema de mi ponencia), la revista Minerva (que publicó muy joven) y
sobre Gabriel García Márquez (decidió apodarme “Aureliano”, pues era el único
colombiano en el evento, una anécdota que haría sonreir a cierto compañero de viejas andanzas, mi amigo Gustavo Petro), cuya obra admiraba.
Siempre dispuesto a charlar con los jóvenes y a debatir con cualquier
ponente, fuese famoso o no.
Mario era el máximo exponente de la filosofía científica en
español, pero hay una serie de filósofos que recogemos su antorcha: Gustavo
Romero (autor de Scientific Philosophy), Gerardo Primero (en psicología),
Roxana Kreimer (feminismo científico), Antonio Diéguez (filosofía de la
biología) y muchos más. En Colombia hay
iniciativas como Nullius in Verba,
que dirige Sergio Barrera, que produce una revista online y un website de
filosofía científica. Y en el Caribe colombiano hemos
conformado el Círculo de Filosofía
Científica y Pensamiento Crítico de Barranquilla que en el pasado mes de
septiembre organizó dos eventos sobre el pensamiento de Bunge, al cumplir éste
los 100 años. Estos eventos se hicieron
en alianza con la Fundación Stellam
que organiza el Café con ciencia y el
grupo Holosapiens de la Universidad
del Atlántico.
En vida recibió muchos homenajes. Fue premio Príncipe de
Asturias y Doctor Honoris Causa en unas 20 universidades, entre ellas la gloriosa Universidad del Valle. Ahora vendrán los
merecidos homenajes póstumos y, por supuesto, la tarea de las nuevas
generaciones de aprender de su legado y continuar su línea de investigación
cuyo único motor es la curiosidad infinita de la especie humana.
Esta breve semblanza fue publicada en el website de Noticias Coopercom.
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