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sábado, febrero 17, 2024

Oferta de conferencias y cursos

 De 1993 al presente he realizado centenares de conferencias y cursos de divulgación científica, filosófica e histórica (sin mencionar las decenas de asignaturas formales como docente universitario durante 27 años). Una buena parte de ellas se han hecho en el Planetario de Barranquilla (hoy Combarranquilla), escenario que pervive y es mi orgullo como legado a la ciudad y la región. También en universidades, colegios y escenarios diversos de Barranquilla y otras ciudades. Algunas conferencias están grabadas en mi canal de YouTube o en otros canales, sumando miles de vistas.

Asimismo he realizado múltiples ponencias en congresos nacionales e internacionales de filosofía, historia, astronomía, educación, ingeniería, propiedad intelectual e investigación, en Colombia y otros países.

También he publicado varias decenas de artículos en revistas académicas o prensa, algunos libros o capítulos de libro, casi 200 columnas en el portal El Unicornio y un número similar de entradas en mi blog La Mirada del Búho. Algunas de las columnas se recopilan, agrupadas por temas, en otro blog llamado Buhografías del Unicornio. Ambos blogs se ubican en blogspot.

Por último, debo mencionar la divulgación científica que realicé en radio, con el programa El Sonar del Búho que tuvo más de mil emisiones en el período 1993-1998, y en televisión, específicamente en Telecaribe, incluyendo la transmisión en vivo y en directo del eclipse total de sol de 1998. Y aún me falta explorar el nuevo formato de los podcasts (busco aliados para ello).

Tal ha sido, en síntesis, mi aporte a la construcción de ciudadanía.

Con base en esa experiencia de más de 30 años me permito ofrecer la siguiente selección de conferencias y cursos para público escolar, universitario, profesional y ciudadanía en general.

OFERTA DE CONFERENCIAS Y CURSOS

1.       Historia del universo

2.       Historia del Sistema Solar, la Tierra y su biosfera

3.       Historia de la especie humana

4.       La Gran Historia:  integra 1, 2 y 3 (conferencia o curso)

5.       El surgimiento de la Modernidad (1430-1830)

6.       Las revoluciones industriales y tecnológicas (1774-2024)

7.       Historia del mundo moderno: integra 5 y 6 (conferencia o curso)

8.       Leonardo da Vinci: vida y obra

9.       La revolución científica (siglos XVI y XVII)

10.   La segunda revolución científica (siglos XIX y XX)

11.   Historia de la ciencia: integra 9 y 10  (conferencia o curso)

12.   Historia y filosofía de la física (conferencia o curso)

13.   Preguntas y respuestas sobre el espacio y el tiempo

14.   Historia de la cosmología (conferencia o curso)

15.   Kepler, Darwin y el multiverso

16.   El Big Bang y los agujeros negros

17.   Una perspectiva diferente del Sistema Solar

18.   Historia de las geometrías no euclidianas.

19.   Los peces y los reptiles no existen.

20.   Las dos grandes ideas de Darwin

21.   Historia de la biología molecular.

22.   La vida extraterrestre (biología universal o astrobiología)

23.   Albert Einstein: su vida y su pensamiento

24.   Historia del siglo XX (conferencia o curso)

25.   1980: el año en que todo cambió

26.   ¿Qué es el Antropoceno?

27.   Historia de la filosofía de la ciencia (conferencia o curso)

28.   ¿Qué es la filosofía científica? (conferencia o curso)

29.   Materialismo del siglo XXI

30.   Ateísmo racioempirista: argumentos de ida y vuelta

31.   Cosmovisión científica  (integra 4, 11, 27, 28, 29, 30, 33, 34) (conferencia o curso)

32.   Exosomatización del conocer o el giro ingenieril de la epistemología

33.   ¿Qué es el pensamiento crítico?  (conferencia o curso)

34.   ¿De qué está hecho el mundo?

35.   Historia de Colombia (conferencia o curso)

36.   Historia de la insurgencia en Colombia (conferencia o curso)

37.   Epistemología para divulgadores científicos (conferencia o curso)

domingo, octubre 10, 2021

En busca del asombro: Preguntas a un estudiante de ciencias biológicas o de la salud

 

Las preguntas del Búho

La curiosidad es connatural al ser humano.  Un niño de 4 años es el mejor ejemplo.  Para aprender hay que volver a despertar ese apetito.  Y para investigar, también.

Aquí siguen algunas preguntas curiosas. Pista: las respuestas son sorprendentes, asombrosas, inesperadas en alguna época.  Tales respuestas serán materia de una entrada futura al blog.


1.       Los siguientes cuatro conceptos, ¿son sinónimos? ¿son equivalentes?: ADN – Genoma – Código genético - Genotipo.  En caso de que no lo sean, ¿cuál es la diferencia?

2.       ¿Qué es un Gen?

3.       ¿Cuál genoma tiene más genes, el de los humanos o el del arroz?

4.       ¿Cuántos genes tiene el genoma humano?

5.       ¿Cuántas moléculas de ADN nuclear hay en una célula somática típica de un Homo Sapiens?

6.       Si pudiéramos tomar las moléculas de ADN nuclear de una célula humana, estirarlas como se estira un resorte hasta volverlas rectas como un alambre, y colocarlas en fila, ¿cuánto mediría? (número de pares de bases x distancia en angstrom entre pares de bases)

7.       Los genes que expresan proteínas, ¿qué porcentaje del genoma humano representan? (en extensión, es decir, número de nucleótidos).  Y por cierto, ¿el resto para qué sirve?

8.       ¿Qué prefieres, tener telómeros largos o cortos?

9.       El “dogma central de la biología” (pésimo nombre), ¿tiene excepciones?  Y si las tuviese, ¿cuáles serían esas excepciones?

10.   Hace 6 millones de años (aprox) vivía el ancestro común de chimpancés y humanos.  En la actualidad los humanos tenemos 23 pares de cromosomas y los chimpancés 24.  ¿Qué pudo pasar ahí?

11.   En términos filogenéticos o de “distancia genética”, ¿cuál es el pariente más cercano de los chimpancés y bonobos? ¿gorilas, orangutanes o sapiens?

12.   ¿Quién tendrá mejor memoria visual de corto plazo, un chimpancé o un sapiens?

13.   De los cromosomas humanos, ¿cuál es el más grande y cuál el más pequeño?

14.   ¿Los virus son seres vivos?

15.   ¿Se puede ver un virus con un microscopio óptico superpotente? ¿y una molécula?

16.   ¿Cuántas células tiene un ser humano adulto?

17.   Si la médula ósea de un humano produce cada segundo 2 millones de glóbulos rojos y un millón de neutrófilos, ¿cómo es que no nos saturamos? ¿cómo desaparece la misma cantidad para mantener el equilibrio homeostático llamado “salud”?

18.   ¿Cómo “sabe” una célula madre embrionaria cómo convertirse en más de 220 tipos diferentes de células? ¿tendrá que ver la epigenética?

19.   Cuando uno engorda, ¿aumenta el número de células o permanece el mismo número pero éstas se hacen más grandes?  Misma pregunta si uno saca músculo en el gym.

20.   ¿Hay más neuronas en el cerebro qué estrellas en nuestra galaxia? ¿Cuántas neuronas tiene un cerebro humano adulto?  ¿cuántas estrellas tiene la Vía Láctea? ¿cuántos segundos hay en un millón de días?  (un millón de días es un poco más que lo que nos separa en tiempo de Tales de Mileto)

21.   ¿Hay células sin núcleo en el cuerpo humano?

22.   Pregunta para los presumidos que se creen muy eucariotas: ¿en tu cuerpo hay más células que bacterias? (¿qué es el microbioma? ¿eres un simbionte?)

23.   ¿Conoces algún mutante entre tus amigos?

24.   Los priones, ¿son agentes patógenos?  ¿y los radicales libres?

25.   Tú provienes de un espermatozoide motorizado y un óvulo no tan impaciente.  Si te digo que el óvulo del cual provienes fue construido en el cuerpo de tu abuela materna, ¿qué dirías?

26.   ¿Qué porcentaje de la energía total del organismo humano es consumido por el cerebro?

27.   Durante los últimos 4 millones de años los homininos bípedos descendientes de los Australopithecus tuvieron múltiples cambios anatómicos.  El cambio más importante fue la cefalización (crecimiento del cerebro[1]).  ¿Qué tuvieron que ver los cambios en la dentadura, en la extensión de los intestinos y en la estructura ósea de la cadera femenina con la cefalización?

28.   ¿Pueden producirse más de 50 toneladas de tejido celular humano proveniente de una sola persona y permanecer vivas dichas células durante muchas décadas (quizás indefinidamente) tras la muerte de esa persona?

29.   El fenotipo crece, madura y envejece. ¿Y el genotipo?

30.   ¿Hay conexión entre genotipo y fenotipo?  Y en caso tal, ¿qué tipo de conexión sería esa? ¿cómo funcionaría?

31.   ¿Qué es el envejecimiento? ¿envejecen las moléculas? ¿los cromosomas? ¿las células? ¿los tejidos? ¿los órganos? ¿o sólo los organismos enteros?  ¿En qué nivel o niveles se produce el “envejecimiento” y en qué consiste?

32.   ¿Qué es la regeneración? ¿se regeneran las moléculas? ¿los cromosomas? ¿las células? ¿los tejidos? ¿los órganos? ¿o ciertas partes de los organismos?  ¿En qué nivel o niveles se produce la “regeneración” y en qué consiste?

33.   ¿Será posible la inmortalidad de individuos humanos? ¿Es posible reprogramar las células humanas?

34.   Imagina un cuerpo sin cabeza que regenera su cabeza o una cabeza sin cuerpo que regenera su cuerpo.  Pues bien, eso es lo que hace un gusano llamado planaria.  ¿Y cuál será el pedacito más pequeño capaz de regenerar el cuerpo entero?

35.   Las serpientes cambian de piel.  ¿Y los seres humanos?  Y en caso tal, ¿cada cuánto se renueva?

36.   ¿Pueden heredarse marcas epigenéticas?

37.   ¿Qué es ENCODE? ¿Y HapMap?



[1] Sin duda no fue un cambio meramente cuantititativo.  De seguro cambió la estructura modular del cerebro y su “circuitería”.

martes, julio 13, 2021

Sólo el conocimiento salva

Quítate las gafas románticas


 

Me gusta ver video-clips de animales en su hábitat, se aprende mucho con ellos.  En esa materia hemos dado un salto cualitativo en los últimos años, tanto en producción de videos como en su fácil y masiva distribución en las redes sociales, especialmente Instagram.

Estas imágenes nos muestran la realidad salvaje como es: implacable, cruel, sin compasión, donde el sufrimiento, la dolorosa agonía y la muerte terrible son la ley.  En muchos casos la presa es comida viva. No son tan extraños los casos de animales herbívoros devorando otros animales.  La terrible muerte de los predadores cuando el envejecimiento hace sus estragos nos recuerda que el sufrimiento no es exclusividad de los débiles. No faltan los casos de "canibalismo" y de "infanticidios" (en carnívoros y en herbívoros).

Pues bien, los comentarios del público a estas imágenes son un muestrario de la mentalidad predominante.  Como dice Mauricio García Villegas al referirse a la indignación virtuosa, hoy de moda: “nuestra psiquis se acomoda mejor al oficio del sacerdote que al del científico”.  En efecto, tales comentarios están llenos de moralismo, maniqueísmo, proyección antropomórfica (atribuirles a los animales no humanos características humanas).  

El público casi siempre toma partido a favor de la presa (victimismo). Se alegra cuando escapa.  Y sufre empáticamente cuando la presa sufre.  Le reclaman con indignación al filmador que no intervenga como salvador.  Las simpatías están cargadas a favor de los mamíferos y algunos reptiles inofensivos. Los insectos los dejan más o menos indiferentes. Las serpientes suelen ser aborrecidas.  Casi me atrevo a proponer una hipótesis: “a menor distancia genética con la presa, mayor simpatía”.

Estas imágenes son muy educativas, pues chocan de frente con las visiones románticas de "la naturaleza apacible", una especie de paraíso terrenal creado por un dios bondadoso donde las criaturas viven en armonía. Algo así como la "isla del Edén“ en la tira cómica de El Fantasma, “el duende que camina” (una vieja tira cómica que no era cómica sino de aventuras y salía en El Tiempo los domingos).  La realidad del orden natural es todo lo contrario, la vida silvestre es el reino de la muerte, donde impera el intenso sufrimiento de los "inocentes", el martirio permanente de las "criaturas de Dios".  

No hay justicia en la naturaleza. No tiene por qué haberla, pues no hay" buenos" ni "malos". Pero el moralismo proyecta a la naturaleza la moral humana y si la persona es capaz de asomarse a esta realidad, se estrella contra la amoralidad del mundo objetivo.

No es difícil entender que si la especie humana estuvo sometida a los peligros de las fieras y las serpientes durante la mayor parte de su historia, ese miedo perviva en nosotros, aunque hoy no se justifique racionalmente.  El miedo es desagradable, por tanto el cerebro se las amaña para construir una visión romántica, dulcificada, del mundo natural.  Llevamos incorporadas unas “gafas rosadas”, enraizadas emocionalmente, que cuesta quitarse.    

Estamos llenos de sesgos psicológicos, las gafas románticas son apenas un ejemplo entre muchos. Eliminarlos, minimizarlos o aprender a estar alerta frente a ellos es necesario para entender la realidad.  Tal eliminación o manejo consciente es el objetivo del entrenamiento en pensamiento crítico. 

Con el estudio de la historia de la sociedad humana pasa algo similar. Nos cuesta quitarnos las gafas. Y la miramos desde el presente proyectando juicios morales apasionados.  Examinamos el pasado de manera anacrónica y maniqueísta, entonces juzgamos a los personajes históricos con los valores morales de hoy y a veces hasta con el orden jurídico actual.  Y salimos a vengarnos  insuflados de rabia y odio contra el mármol y el bronce en medio de una borrachera simbólica.

Las telenovelas turcas están de moda, como antes las mexicanas, venezolanas o nuestras propias producciones colombianas.  El melodrama siempre ha tenido éxito, con sus malos malos y sus buenos buenos, a pesar de ser una simple y tonta caricatura de las interacciones humanas, pues logra mover nuestras pasiones primarias.  El buen cine y la buena literatura se alejan de esa simpleza para poder profundizar en la complejidad de la condición humana.  La buena historiografía también, nada de leyendas blancas, rosadas o negras.  Al igual que en etología -ciencia de la conducta animal- en historia también tienes que quitarte las gafas románticas si quieres conocer la realidad.

Somos el producto del pasado que existió y que no podemos cambiar ni acomodar a nuestros valores actuales.  Reconocer el pasado es reconocernos a nosotros mismos, sin ínfulas de supremacía moral.

Nos cegamos al sufrimiento animal para crear un paisaje salvaje pero idílico.  Acomodamos la historia con relatos míticos en blanco y negro, leyendas ideológicas disfrazadas de “memoria colectiva”.  Antropomorfizamos los fenómenos naturales inventando dioses del trueno, de la lluvia, de la “madre Tierra”.  Humanizamos hasta el cosmos y nos creemos que los planetas y las estrellas giran en torno nuestro, o como suele decirse ahora, graciosamente, “el universo conspira a nuestro favor”.  Nos negamos a crecer, sumergidos en la ficción.  Deseamos permanecer por siempre en ese estado infantil, como Peter Pan, viviendo en el mundo encantado.

Blas Pascal era creyente, pero alguna vez reconoció la indiferencia absoluta del universo cuando expresó, “el silencio de los espacios infinitos me aterra”.  No lo superó, prefirió domesticar el miedo con una ingeniosa apuesta.  En el siglo XXI, huérfanos de dioses y enfrentados a la catástrofe climática, el infantilismo resulta suicida y el negacionismo es irresponsable con las futuras generaciones.  A estas alturas de la aventura humana no tenemos más alternativa que apostar a las ciencias, quitarnos todas las gafas y asumir la mayoría de edad: sólo el conocimiento salva.

@jsenior2020


martes, diciembre 29, 2020

Contenido del curso en línea La Gran Historia

 


Curso de Gran Historia 

Presentado por Fundación Stellam 

Orientado por Jorge Senior

Enlace al curso





Este curso sale al aire en enero de 2021


Tabla de contenido

Profesor Jorge Senior

 

Gran Historia o Gran Relato es la expresión en español del concepto Big History, cuyo referente es la narración de la historia del universo, del Sistema Solar, la Tierra, la vida terrestre y la especie humana a través de ocho umbrales de complejidad.  Esta narración expone nuestra cosmovisión científica actual.

El curso se desarrolla en seis capítulos.  Cada capítulo es una sesión grabada con duración aproximada de 90 a 120 minutos (capítulo = sesión = video).  Además del video, cada capítulo cuenta con su archivo de  diapositivas.

El curso ofrece también material de lectura, básico y complementario.

En este curso se mantiene la tradicional secuencia del Big History Project que consta de ocho umbrales, pero se proponen subdivisiones que también constituyen umbrales de complejidad.

Capítulo I: es la Introducción al curso.  Consta de tres partes.

  1. Presentación inicial: minuto 0 a 25
  2. Así cambió la Gran Relato en los últimos 20 años: minuto 25 a 43
  3. Visión panorámica de los ocho umbrales: minuto 43 a 117.

Capítulo II: desarrolla el Umbral 1, el Big Bang.  Consta de tres partes.

  1. Recapitulación y aspectos pedagógicos y didácticos: minuto 0 a 11.
  2. Historia de la cosmología: minuto 12 a 84.
  3. Relato del primer umbral, desde una fracción del primer segundo de la expansión hasta los 380.000 años. Minuto 84 a 111. 

Capítulo III: aquí se despliegan los umbrales 2 y 3. El umbral 2 se refiere a la formación de macroestructuras, galaxias y estrellas, mientras que el tercer umbral se centra en la nucleosíntesis que da origen a los elementos químicos de la tabla periódica.  Consta de cuatro secciones. 

  1. Edad oscura y formación de estructuras: minuto 0 a 20. 
  2. Nuestra ubicación en el universo y el dominio de los grandes números: minuto 20 a 42. 
  3. Umbral 2: Galaxias y estrellas:  minuto 42 a 78. 
  4. Umbral 3: Nucleosíntesis: minuto 78 a 83.

Capítulo IV: contiene el cuarto umbral que trata del origen de sólidos y líquidos, así como del origen del Sistema Solar, la Luna y la Tierra. Consta de cuatro partes, pero los primeros dos minutos se dedican a responder la pregunta que se dejó al final del capítulo anterior. 

  1. Gas y polvo.  Origen de líquidos y sólidos: minuto 2 a 15. 
  2. Origen y características del Sistema Solar: minuto 15 a 47. 
  3. Origen de la Tierra y la Luna: minuto 47 a 70 (pero en el minuto 54 hay un paréntesis con las “preguntas pringamoceras”) 
  4. Respuesta a las preguntas pringamoceras: minuto 70 a 77.

Capítulo V: es el quinto umbral y se centra en el origen y evolución de la biosfera terrestre.  Consta de dos partes. 

  1. Origen de la vida terrestre: minuto 0 a 50. 
  2. Evolución de la biosfera terrestre: minuto 51 a 105.

Capítulo VI: abarca los tres últimos umbrales, todos ellos relativos a la historia humana.  Consta de cuatro partes. 

  1. Introducción: era cenozoica: minuto 0 a 18. 
  2. Umbral 6: hominización, coevolución biológico-cultural y aprendizaje colectivo. Minuto 18 a 52. 
  3. Umbral 7: revolución del neolítico y los inicios de la civilización. Minuto 52 a 69. 
  4. Umbral 8: revolución científica e industrial, modernidad y antropoceno. Minuto 69 a 94.

 

martes, septiembre 15, 2020

Tu filogénesis





Perteneces a la especie Homo Sapiens

Del Género Homo

De la subtribu Hominina (junto con Ardipithecus, Kenyanthropus, Australopithecus y Paranthropus)

De la tribu Hominini (junto a Chimpancés y Bonobos)

De la subfamilia Homininae (junto a Gorilas)

De la Familia Hominidae (junto a Orangutanes)

De la superfamilia Hominoidea (junto a Gibones)

Del parvorden Catarrhini

Del infraorden Simiformes

Del suborden Haplorrhini

Del Orden de los Primates

Del granorden Euarchonta

Del superorden Euarchontoglires

De la infraclase Placentalia

De la subclase Theria

De la Clase Mammalia

De la superclase Tetrapoda

Del infrafilo Gnathostomata

Del subfilo Vertebrata

Del Filo Chordata

Del superfilo Deuterostomia

Del combo bacano de los Bilateria

Del subreino Eumetazoa

Del Reino Animalia

Del Dominio Eukaryota

lunes, agosto 17, 2020

La increíble historia de Henrietta Lacks

En este anómalo agosto, Henrietta Lacks cumplió 100 años.  Como el gato de Schrödinger, ella está viva y muerta.  Una parte de ella murió en 1951.  Otra parte de ella es inmortal y pesa actualmente varias toneladas.  Su yo inmortal fue el asesino de su yo mortal.  Hela ahí: ese yo inmortal y asesino es un hito de la medicina y hoy ayuda a salvar vidas.  Su yo mortal nunca imaginó el final de esta increíble historia.  Ni el más imaginativo de los escritores pudo vislumbrar semejante destino para un simple mortal.

Todo comenzó en febrero de 1951 cuando a Loretta Pleasant, una joven de 30 años, le diagnosticaron cáncer cervical en el hospital John Hopkins en Baltimore.  Era una mujer pobre, de raza negra, con 5 hijos, el último de los cuales había nacido pocos meses antes en ese mismo hospital.  Cuando se casó con su primo David Lacks nueve años antes, tomó su apellido, pero ni siquiera sus descendientes saben cómo o por qué cambió su nombre a Henrietta. 

El médico Howard Jones decidió hacer una biopsia, tomó muestras de células del tumor para diagnosticarlo y les pasó algunas a investigadores del mismo instituto. Uno de ellos era el ginécologo Richard TeLinde, quien investigaba sobre cáncer cervical, y los otros dos eran una pareja casada, George y Margaret Gey, quienes llevaban años trabajando en cultivos celulares in vitro, intentando que células humanas perduraran largo tiempo fuera del cuerpo de origen.  En su laboratorio el matrimonio Gey creó las condiciones para la reproducción por mitosis de las células tumorosas de Henrietta, quien no tenía la menor idea del asunto, pues en aquella época el consentimiento informado no era práctica habitual, ni había un protocolo bioético que obligara a dar tal información al paciente.  Para sorpresa de los investigadores estas células resultaron dotadas de un superpoder: reproducirse indefinidamente, más allá del límite de Hayflick que marca la muerte programada por apoptosis a las celulas ordinarias del ser humano y de muchas otras especies. ¡Las agresivas células cancerosas de Henrietta eran inmortales! 

Pero Henrietta nunca lo supo.  Ella no era inmortal.  El 4 de octubre de 1951 falleció por causa de ese tumor inmortal.  Sólo 20 años después, casi de casualidad, su familia se enteró de que una parte de Henrietta, precisamente la que causó su muerte, aún vívía.  Y no sólo eso, la reproducción de esas células, llamadas HeLa por el nombre de la paciente fallecida, había escalado a niveles industriales, distribuyéndose por innumerables laboratorios de todo el mundo debido a sus propiedades especiales y su inmensa utilidad para la investigación biomédica.  Las células HeLa, por ejemplo, contribuyeron a la investigación de Jonas Salk que llevó a la exitosísima vacuna contra la poliomelitis.  Muchos descubrimientos médicos, y hasta algunos premios Nobel, se han derivado de investigaciones realizadas con esas células letales y maravillosas.  Es el caso de Elizabeth Blackburn, Carol Greider y Jack Szostak que en 2009 ganaron el Nobel por su trabajo sobre la enzima telomerasa, que repara los telómeros de los cromosomas y es clave en la juventud eterna de las células HeLa.  Se calcula que se han realizado unos 74.000 experimentos con las células descendientes de Henrietta, que algunos clasifican como no humanas, pues son mutantes con 80 cromosomas.  Aquí en Colombia también se utilizan.

Dos temáticas se abren a partir de esta historia.  Una es la deliberación bioética que se derivó de este caso y el perfeccionamiento consecuente de los protocolos.  Sin embargo, no se puede desconocer que los inmensos beneficios para la humanidad obtenidos de las investigaciones con esta línea celular inmortal, superan cualquier derecho individual de corte liberal.  El Bien común prima sobre el interés particular.  Por ello, actualmente en muchos países todos somos donantes por defecto, mientras no digamos lo contrario.  En Colombia, la ley 1805 de 2016 establece en su artículo 3 que “se presume que se es donante cuando una persona durante su vida se ha abstenido de ejercer el derecho que tiene a oponerse a que de su cuerpo se extraigan órganos, tejidos o componentes anatómicos después de su fallecirniento”.

El otro tema, de mayor importancia, es el renacimiento del milenario sueño de la especie humana de alcanzar la inmortalidad, ya no por magia sino por ciencia y tecnología.  Entiéndase por inmortalidad, en este contexto biológico, la detención del envejecimiento, no la indestructibilidad.  Durante el 80% de los 4 mil millones de años de historia de la vida la muerte por envejecimiento o muerte programada no existía.  Este “invento” reciente de la evolución es concomitante con otra novedad: la reproducción sexual de organismos pluricelulares.  Sexo y muerte son dos caras de la misma moneda evolutiva.  Sin embargo, hay especies animales que no tienen ese mecanismo llamado “muerte” en su ciclo vital, como la hydra, por ejemplo. ¿Podremos los seres humanos prescindir de la muerte senil algún día?  La respuesta parece ser afirmativa y no muy lejana.  Una posibilidad sería con células madres y epigenética para lograr la regeneración de tejidos y órganos. 

Si el siglo XX fue el siglo de la física, ahora estamos en el de la biología y la medicina se encuentra al borde de una revolución científica.

Publicado en El Unicornio en agosto 9 de 2020

@jsenior2020

Blog

 

 

lunes, agosto 19, 2019

Comentarios a ¿Qué es la Vida?

¿Qué es la vida?

Comentarios de Jorge Senior a propósito de la conferencia del profesor Roberto Carmona

Julio 2019

Alcancé a escuchar parte de la conferencia “¿Qué es la vida?” del profesor Carmona el 17 de julio de 2019 en Uniatlántico y no detecté nada con lo cual estar en desacuerdo. Eso significa que fue una buena exposición (cum grano salis). Así que no me referiré a la charla sino a la conversación posterior con el público participante y algunas de las inquietudes expresadas por los estudiantes..

Edward Trifonov hace un inventario de 123 definiciones de vida agrupadas en 9 categorías: sistema, materia, química, complejidad, reproducción, evolución, entorno, energía, habilidad. Pero todas las definiciones de vida consisten, en últimas, en un listado de condiciones (ver, por ejemplo, el capítulo 2 de La vida bajo escrutinio de Antonio Diéguez). No veo problema en ello, dado que esas condiciones no son arbitrarias, sino que se derivan de la física, la química y la biología, en todos los casos, y de la teoría computacional en algunos casos (los que buscan una definición con enfoque informacional). El hecho de que existan diversas definiciones de vida no es preocupante, dado que no implica arbitrariedad o convencionalismo, pues tales definiciones están aglutinadas, no dispersas, en un cluster que comparte una misma base de conocimiento.

La discusión entonces se delimita a ciertas zonas grises debido a que las fronteras entre vida y no vida o entre lo biótico y lo químico no es una línea fina sino una línea un poquito gruesa o ligeramente borrosa. Que las fronteras no sean nítidas no significa que no existan, sólo significa que la identificación de a cuál lado de la frontera se encuentra determinado evento u objeto será nítida casi siempre, pero no siempre, pues habrá algunos casos que caen en la zona gris fronteriza, como sucede, por ejemplo, con los virus.

Las zonas grises sirven para que los filósofos escriban papers, pero no suelen causar problemas prácticos en la investigación, a excepción, quizás, de la incipiente astrobiología. En biología es, además, común que existan excepciones a las reglas o patrones generales, lo cual no debe ser motivo de incomodidad, sino lo contrario, pues tales excepciones suelen ser fecundas fuentes de problemas de investigación y permiten profundizar en los mecanismos subyacentes a tales reglas y patrones.

Todo lo anterior apunta a sustentar que la categoría “vida” refiere a una clase natural, aunque esa clase natural es, por ahora, un conjunto con un solo elemento o individuo, dado que sólo conocemos la vida terrícola y ésta es un solo flujo o proceso de 4 mil millones de años. Pero la categoría de “clase natural” no puede entenderse como si viviéramos en tiempos escolásticos, pues no corresponde a una “esencia”. Estrictamente, el esencialismo está muerto en la ciencia actual y, por ende, en la (buena) filosofía, aunque perviva en el lenguaje común. Como clase natural, “vida” no es un concepto arbitrario, así que el nominalismo tampoco acierta. En conclusión, la discusión medieval de los universales no ha lugar en el siglo XXI.

Hay que reconocer, desde luego, que nuestro conocimiento biológico actual es aún insuficiente para establecer plenamente qué es lo necesario y qué es lo contingente en esta clase natural de proceso único. Ese es el tema de la biología universal, que es un horizonte programático de conocimiento al cual nos dirigimos vía astrobiología y también investigando la física y la química subyacente a los procesos bióticos para entender cómo se producen las propiedades emergentes.

También hay que reconocer que en las clasificaciones naturales (y no me refiero sólo a la biología) hay, además de la información científica objetiva que es su sustento, criterios pragmáticos regidos por la utilidad y propósito de los usuarios de tales clasificaciones. Esa es la pizca de convencionalismo que incomoda a algunos. Y es una de las razones por la cual disponemos a veces de una multiplicidad de clasificaciones naturales sobre el mismo fenómeno, incluso sin cambiar de marco teórico. Ello no es problemático desde que no haya contradicción. Y cuando la hay el problema se ataca investigando y no haciéndole venias al subjetivismo o al idealismo.

Parece haber cierta ansiedad en los estudiantes por la no existencia de una ontología absoluta. En los siglos XX y XXI la ontología es subsidiaria de la epistemología, no la precede, aunque desde luego puede retroalimentarla. Y es así porque la ontología que vale la pena hacer es la que se fundamenta en el conocimiento científico actual, que es cambiante, por supuesto. La otra opción es no hacer ontología. Pero ya no vale la pena hacer ontología al estilo apriorista, trascendente, absolutista y especulativo de hace siglos.

Por último, recomiendo la lectura del libro La cuestión vital de Nick Lane, para profundizar en una hipótesis sobre el origen de la vida en fuentes hidrotermales alcalinas en el fondo oceánico, y también en un misterio aún mayor, el surgimiento de las eucariotas.

Metarrelato 4 Homo Deus (Harari nov 2016)

DE HOMO SAPIENS A HOMO DEUS 

Por Jorge Senior 

Noviembre 20 de 2016

Reseña de Homo Deus de Yuval Noah Harari

Cuando me enteré de la publicación de Homo Deus lo primero que pensé fue que Harari había sucumbido a la tentación económica de las secuelas, empujado por los editores. Es un viejo truco de ventas que un bestseller produzca secuelas para seguir vendiendo, pero sin alcanzar el nivel del primer libro o película, muchas veces sin generar valor agregado y a veces terminan desprestigiando y desvalorizando al autor. 

Bien, Homo Deus sí es una secuela de Sapiens (conocido en Colombia como De animales a dioses), pero… ¡vaya secuela! 

A pesar de que en tres / cuartas partes del libro despliega las mismas 25 ideas elaboradas en Sapiens (o al menos varias de las principales), no resulta repetitivo sino enriquecedor del gran argumento de Harari, con nuevos giros y perspectivas que hacen de este “Tomo II” un desarrollo necesario del “Tomo I”. Todo ello complementado en la última parte del libro con una visión “alucidante” del futuro post-humano. Si bien no es imprescindible haber leído Sapiens para abordar Deus, al lector le recomiendo que lea los 2 tomos en su orden, pues se trata de un solo gran metarrelato, una parábola completa. O como mínimo, que haya leído la reseña completa de De animales a dioses colgada aquí mismo, en la sección de notas de mi muro (y de paso otra nota de mi autoría sobre el mismo tema titulada El Gran Relato). 

Homo Deus podría ser, quizá, el libro más cosmopolita jamás escrito. No en el sentido tradicional de la palabra, aunque desde luego abarca una amplia visión multicultural, sino por la pluralidad y amplitud de los tiempos y las disciplinas que engloba. Podría decirse que constituye un estado del arte de la humanidad 2016. Es como si aquellos bestsellers de los años 70, El Shock del Futuro, El Retorno de los Brujos y El Mono Desnudo, fueran actualizados y empaquetados en estos dos tomos. En palabras del autor (p. 81) el objetivo esencial del libro es investigar al Homo Sapiens y cómo el humanismo se convirtió en la religión dominante en el mundo, para luego argumentar por qué es probable que intentar cumplir el sueño humanista cause su desintegración. (Nota: esta idea de que el humanismo lleva en sí la semilla de su propia destrucción suena bastante familiar: es de estirpe dialéctica hegeliano-marxiana; y no es la única, hay otra idea que veremos más adelante que también parece de ese linaje). 

Homo Deus es un libro de Cosmología en el sentido antiguo del término, como lo usa Popper. El libro trata de la parábola humana desde un punto de vista cósmico, esto es, a la máxima escala abarcable. Aunque magistralmente ilustrado con detalles ejemplares, Harari logra aplicar a cabalidad la prescripción de “que los árboles no te impidan ver el bosque”. En la maraña de sucesos que constituye la historia humana y la actualidad del siglo XXI, Harari desentraña lo esencial, con visión de profundidad y visión de conjunto, una integralidad que pocos alcanzan. “En el pasado la censura funcionó al bloquear el flujo de la información; en el siglo XXI la censura funciona avasallando a la gente con información irrelevante” (p. 430). Para discernir en medio del caos tiene que apoyarse en múltiples disciplinas científicas: biología, neuropsicología, economía, historia, informática. Que la filosofía brille por su ausencia es muy significativo, como veremos, pero lo que sí afecta el argumento es la ausencia de la matemática, pues el verdadero fundamento del argumento más radical de Harari es una superpremisa cuyo núcleo es matemático. 

LA FILOSOFÍA MALPARADA 

Miremos primero lo de la filosofía. El libro incursiona profundamente en la filosofía de la historia (de manera implícita) con una idea de progreso contingente pero fuerte. Y sobre todo incursiona en la filosofía de la mente: el “Yo” es una ilusión, el “libre albedrío” es una ilusión, el problema de “Otras Mentes”, la pluralidad ignota de los estados mentales, la disyunción inteligencia – conciencia, los sentimientos, emociones y pensamientos como algoritmos y una tesis ontoepistémica sobre la realidad intersubjetiva, que no es novedosa pero que el autor pinta con sus propios colores y que es clave en ciencias sociales (construccionismo social). Asimismo, recoge una idea “siliconvaleciana” sobre la construcción de un superparadigma único transversal en las ciencias que es un debate que debe ubicarse en la filosofía de la ciencia. Como si fuera poco, todo lo anterior es argumentado con sus implicaciones éticas, sociales y políticas, metiéndose así en el terreno de la “filosofía práctica”, esto es, la filosofía política y moral. Es decir, la filosofía como tema está por doquier y con importancia medular en el texto, pero los filósofos están casi ausentes como referentes, lo cual habla de un hacer filosófico inane, inocuo y superfluo. Sin decirlo, este libro es una crítica frontal a la manera de hacer filosofía profesional. 

Por ejemplo, Harari aborda el mismo tema que Habermas desarrolló en 2002 en su texto “El futuro de la naturaleza humana”, pero lo hace MEJOR en todo sentido: en amplitud y profundidad de visión, en manejo multidisciplinar, en fundamentación científica y experimental, en virtud comunicativa y literaria. En mi opinión, esta comparación muestra que la “caja de herramientas” del filósofo, tomada de la tradición de la historia de la filosofía, es pobre, ineficaz, cuasiobsoleta. En cierto sentido, el filósofo profesional de hoy es prisionero de un marco conceptual tradicional (pues se la pasa “dialogando” con personajes del pasado) sumamente limitado. Pero también observo que esta comparación le brinda apoyo a quienes abogan por una filosofía científica y experimental. Invito al lector a comparar la bibliografía de los dos libros, el de Habermas y el de Harari. La historia de la filosofía es un valioso bagaje, pero hoy por hoy, el diálogo prioritario del filósofo ha de ser con el interlocutor científico experimental. 

EL ARGUMENTO 

Según Harari la vieja agenda humana (Cap. 1), que era la lucha contra la hambruna, la peste y la guerra, está superada. La agenda de la humanidad en el siglo XXI es la búsqueda de la inmortalidad, la felicidad y la divinidad (por divinidad entiéndase superpoderes, individuales y colectivos). Derrotar a la vejez y a la muerte es un problema técnico en proceso de resolución. La felicidad, en el plano psicológico, está en “combinar la dosis adecuada de excitación y tranquilidad” (p. 51), pero en última instancia reside en el plano bioquímico. Estamos ya en el boom de las “experiencias vitales”, pero el atajo bioquímico puede ser más fácil, barato, accesible, eficaz y permanente. “Hoy en día la humanidad está mucho más interesada en la solución bioquímica” (p. 55). Sumado a los dos anteriores, otros poderes tecnológicos convierten al Sapiens en Deus. ¿Por qué llamar a esto “divinidad”? Primero, porque reemplaza a Dios como fuente de soluciones, y segundo porque más adelante Harari hablará de tecnorreligiones. 

Uno se pregunta por qué el autor no incluye en la agenda temas como la energía (fin de la era de los combustibles fósiles), el cambio climático antropogénico o “la conquista del espacio, la última frontera”. Harari no lo dice, simplemente los evita. Supongo que se debe a que los dos primeros, si bien ameritan solución o se colapsa la civilización moderna, una vez resueltos no tendrían los impactos transformadores que Harari entrevé en los tres puntos mencionados en el párrafo anterior. Esto es interesante de analizar puesto que los aspectos energético y ambiental han sido determinantes de verdaderas revoluciones en la vida social humana de épocas anteriores. Y el tercero pareciera una promesa épica que se ha desinflado y uno pensaría que Harari no vislumbra efectos importantes que valga la pena mencionar. Queda para el debate si estas ausencias constituyen debilidades de la visión de Harari o es un acierto dar por descontado que esos temas se resolverán sin mayores efectos revolucionarios. De la misma manera se da por descontado que no habrá guerra nuclear. (Nota: en p.238 y ss Harari sí toca el tema ambiental para referirse al Crecimiento en el contexto capitalista). 

El Antropoceno (Cap. 2), como se sabe, es la etiqueta de moda para “nuestra época”. Lo anterior debe entenderse en términos geológicos y de historia natural, pues la especie humana cambió la historia cósmica y se volvió un factor determinante de las características del planeta Tierra. Harari, como buen animalista, vuelve al tema de la fauna cruelmente oprimida y explotada, tocado en el Tomo I. Pero he aquí que en el contexto de la cosificación de los animales domésticos, el autor introduce el concepto bomba: algoritmo, “el concepto más importante en nuestro mundo” (p. 100). La superpremisa del libro es la tesis de que “los organismos son algoritmos” (p. 99 y ss). Y esto incluye al ser humano, con sus pensamientos, sensaciones y emociones. Esta tesis, es al menos, parcialmente cierta (el conductismo fue derrotado a mediados del siglo pasado abriendo la caja negra de Skinner mediante la analogía con las nuevas máquinas computadoras, nuevas posibilidades experimentales y luego el desarrollo de la fMRI, sumado a la biología genético-molecular). Lo que no sabemos, y el autor lo reconoce, es si es totalmente cierta. En mi opinión la respuesta no depende sólo de la biología, sino sobre todo de la matemática. 

En este capítulo aparece la segunda idea de reminiscencias hegeliano-marxianas: la correspondencia entre “base” y “superestructura”. Harari no utiliza estas categorías, sino otras. En las sociedades de cazadores-recolectores la ficción religiosa intersubjetiva es animista. “La revolución agrícola dio origen a las religiones teístas, la revolución científica dio origen a las religiones humanistas, en las que los humanos sustituyeron a los dioses” (p. 115). No se alegren mucho los marxistas. Más adelante en el texto, Harari vuelve ese argumento en contra del socialismo, indicando que (al contrario de lo que Marx creía), fue el liberalismo y no el socialismo el que mejor se correspondió con el desarrollo de la tecnología en la tercera revolución industrial (relaciones de producción y fuerzas productivas en términos marxianos). 

La especial chispa humana (Cap. 3), el alma, no existe, siglos de investigación no han encontrado ni rastros de ella. Sin embargo, el problema de la mente, propia y ajena, sigue sin resolverse. La experiencia subjetiva de los estados mentales de animales humanos y no humanos, el Mundo 2 de Popper, sigue sin entenderse en términos funcionales (¿será un epifenómeno evolutivo?). La conciencia, en cambio, sí que se detecta, pero su utilidad no es clara. Lo que explica la extensión del poderío humano no es un supuesto “espíritu” o “alma”, sino la eusocialidad (en términos de Edward Wilson) o capacidad de cooperación a gran escala basada en ficciones compartidas u órdenes imaginados (ver Tomo I), posibilitada por pequeños cambios genéticos hace 60.000 años (revolución cognitiva). El Sapiens está enredado, es prisionero de una red de sentido, un tercer tipo de realidad distinta a la objetiva y la subjetiva, de carácter intersubjetivo, que configura una verdadero guardarropa de trajes nuevos del emperador. (A propósito: esta realidad intersubjetiva es el fundamento del “construccionismo social”; el error de los construccionistas no es la creencia en la realidad intersubjetiva sino su negacionismo biológico, su subestimación de la realidad objetiva, trastorno típico de la peste posmodernista). 

La ficción es poderosa. El capítulo 4 está dedicado a los narradores con nuevos aportes que complementan esta idea del Tomo I. Pero la ciencia no es ficción como la religión y ese es el tema de la “extraña pareja”, capítulo 5. Recuérdese que para Harari, “religión” son las religiones teístas, no teístas, y las ideologías políticas como el comunismo, el nazismo y el liberalismo, entre otras, todas ellas funcionales “para cimentar el orden mundano” (p. 209). Hasta ahora ese papel no lo puede cumplir la ciencia, cuyo objetivo es entender y manejar la realidad objetiva. De ahí que ciencia y religión se complementan. Y en el último medio milenio la nueva religión que predomina cada vez más es el humanismo (secularización, desencantamiento, solemos decir), que ha sido como la llave ideal de la ciencia, la alianza moderna (Capítulo 6) en un contexto capitalista cuya fe se enfoca en el Crecimiento, basado en la confianza en el futuro, un juego que no es suma cero (un interesante argumento para la paz cuasiperpetua que valdría la pena analizar en otro momento). 

Dios ha muerto y la humanidad está sola en orfandad, en estado adulto. Llevamos ya “Quinientos años de soledad” (alusión a Gabo, p. 113). El Pacto Moderno se resume así: “los humanos estamos de acuerdo en renunciar al sentido a cambio del poder” (p. 225). Hasta ahora el capitalismo ha cumplido el pacto gracias a que el humanismo provee el sentido y la ciencia (tecnociencia en realidad) el poder, aunque vamos rumbo a una “encrucijada cósmica” (término del suscrito) (p. 227). Pero advierte: “la némesis real de la economía moderna es el colapso ecológico” (p. 239). La revolución humanista (Cap. 7) conquistó al mundo, pero el humanismo se dividió en tres ramas: liberal, socialista y evolutivo (nazi-fascista), que desataron las guerras religiosas humanistas del siglo XX. Por cierto, el humanismo socialista califica como la primera tecnorreligión de la historia (p. 303). El tema del Decrecimiento es apenas tratado tangencialmente (“nadie sabe dónde está el freno” p. 64). 

¿Qué Dios ha muerto? ¿y los centenares de millones de creyentes en islamismo, cristianismo, hinduismo, etc? Dios ha muerto, pero cuesta un poco deshacerse del cadáver (p. 298). Los números por sí solos cuentan poco en la historia. “La historia la modelan pequeños grupos de innovadores que miran hacia el futuro y no tanto las masas que miran hacia el pasado” (p. 300). Como ya dijimos, el liberalismo triunfó porque se adaptó mejor a la tercera revolución industrial (Marx y Freud pertenecen a la era del vapor y la electricidad, no de la informática y la biotecnología) (p. 304) (por cierto en la p. 136 Harari se burla de Freud comparando su obsoleto discurso con la metáfora de la máquina de vapor). Pero eso no significa que el liberalismo, la democracia y el humanismo vayan a tener igual suerte en el tercer milenio, especialmente con el desarrollo de la ingeniería genética y la inteligencia artificial, pilares del verdadero Diseño Inteligente. La búsqueda de la inmortalidad, felicidad y divinidad es corolario de los anhelos del humanismo liberal, pero la tecnología que lo permitirá es post-humanista y socava dialécticamente sus cimientos (p. 307). De esto trata la “alucidante” Parte III del libro titulada: Homo Sapiens pierde el control. 

Capítulo 8: el Yo hace BOOMMM!! “La contradicción entre libre albedrío y ciencia contemporánea es el elefante en el laboratorio al que muchos prefieren no ver mientras miran por sus microscopios y escáneres fMRI” (p. 312). Determinismo y azar se reparten el pudín y no queda nada para la sagrada libertad. Deseamos, pero no elegimos nuestros deseos (deseamos mal, decía Estanislao, y proponía una revolución del deseo; ahora será bioquímicamente factible). ¿Y el Yo? Una cacofonía de voces y ninguna es la auténtica. “Los humanos no son individuos, son ‘dividuos’” (p. 321). De la mano de Sperry, Gazzaniga, Kahneman y otros investigadores, el Yo se fracciona y se esfuma, tan ilusorio como el libre albedrío y el alma. Dos fracciones interesantes de la otrora unidad son el “Yo experimentador” que vive experiencias y el “Yo narrador” que las interpreta (sesgadamente) (p. 325 y ss). La idea de que el Yo es ilusorio no es nueva, en la China, India y Grecia se sabía hace dos mil años y también desde los inicios de la modernidad. Lo nuevo es que la idea viene acompañada de tecnología con potentes efectos prácticos. Y todo ello socava la base de la filosofía liberal (Harari se burla socarronamente de Pinker y Dawkins a quienes llama “campeones de la nueva concepción científica del mundo”, p. 336, por no sacar las consecuencias filosóficas y prácticas de sus conocimientos científicos). 

Debido a lo anterior la creencia en el valor del individuo, fundamento liberal de la democracia, se diluye. En la práctica los humanos del común ya vienen perdiendo su valor militar y laboral, reemplazados por máquinas. Conciencia e Inteligencia solían hacer parte de un solo paquete, pero ya se ha producido la gran desconexión (Cap. 9) entre ambas. Producimos máquinas cada vez más inteligentes que superan las capacidades cerebrales humanas. Pero hasta ahora no se ha detectado el menor atisbo de conciencia en ellas, a diferencia de lo que sucede en los animales. Ahora bien, no tenemos ni puta idea de qué es la conciencia ni para qué sirve, evolutivamente hablando. Tal vez sea un epifenómeno, un curioso subproducto de otras capacidades útiles. El hecho es que está discusión, otrora “pasatiempo para filósofos” (p. 342), ahora llega a la arena política. “Para ejércitos y compañías comerciales, la respuesta es clara: la inteligencia es obligatoria, pero la conciencia es opcional” (342). 

Los algoritmos electrónicos reemplazan a los algoritmos orgánicos, el silicio reemplaza al carbono, que se devalúa. Vivir sin trabajar era un sueño, pero puede tornarse en pesadilla en forma de una inmensa clase social inútil. Y así como el individuo se ve amenazado, el individualismo también, pues cada vez más el sistema te conoce mejor que tú mismo. El derecho a la intimidad es el último bastión liberal, pero sus murallas se van derrumbando, no al toque de trompeta, sino de cantos de sirenas. La gente misma entrega su información. ¿Y qué es el “sistema”? ¿cuál es ese ‘skynet’? Es el entramado de algoritmos surgido bajo el impulso de la creciente automatización y conectividad, cuyo inicio fue arpanet, internet, va por Google, Facebook y demás hiperalgoritmos envueltos en una nube de apps, y sigue avanzando hacia el Internet de las Cosas (IoT) y finalmente al Internet de Todas las Cosas (IoE), que nadie controla (427). De oráculo está pasando a representante (aplicaciones de “asistente personal” como Cortana, Now, Siri) y de ahí va para soberano. Es una deriva del poder desde el carbono hacia el silicio, pero generado principalmente por los descubrimientos biológicos más que por la propia informática. 

No estamos ante una distopía orwelliana, el individuo no será aplastado por un estado policivo, se desintegrará desde adentro (378). De hecho, hasta ahí no es un mal mundo, aunque sí posliberal, habremos delegado poder de decisión en un sistema haciendo la vida más fácil y en mejores condiciones (antes lo hacíamos con dioses e imperios). Pero falta un detalle. Una élite de humanos sigue siendo necesaria para el sistema, o para ser más exactos, una élite de superhumanos (probablemente ciborgs), producto eugenésico de las tecnologías de intervención en la naturaleza humana. No se trata de eugenesia liberal, como en forma miope cree Habermas. Se abre la posibilidad de castas biológicas, incluso de especies diferentes (382). 

Los capítulos 10 y 11 con que finaliza el libro están dedicados a sendas tecnorreligiones: el tecnohumanismo y el dataismo. 

En el cap. 10 damos un delicioso paseo por el océano de la conciencia, el amplio y desconocido espectro de los estados mentales. (Me recuerda la docena de libros de Carlos Castaneda y al Mundo 2 de Popper, filósofo que ni siquiera es mencionado, a diferencia de Thomas Nagel, quizá el único referente filosófico). La psicología es un campo de conocimiento que ha sufrido y sigue sufriendo de múltiples achaques metodológicos (opinión del suscrito). Pero su mejor vertiente es sin duda la psicología experimental. Pues bien, Harari se burla con exquisito humor del etnocentrismo de la psicología experimental. La combinación de la terra incognita mental con el poder bioquímico orientado por el interés de gobiernos, ejércitos y empresas, es altamente peligroso, pues apunta a la degradación de la mente humana de las mayorías, así como degradamos la vida mental de las vacas con la domesticación. Ni más ni menos. El tecnohumanismo es como la revolución del deseo que deseara Estanislao Zuleta, pero por vía bioquímica. El asunto es que si los deseos son manipulables, diseñables, ¿quién es el diseñador? El tecnohumanismo es presa de un grave problema de autorreferencia. Es como hacer una casa en el aire solamente para que vivas tú. 

El Dataismo o religión de los datos, con epicentro en Silicon Valley, tiene sus pilares en la informática y la biología, pero apunta a un paradigma científico único (428), transversal, una especie de potente reduccionismo ontoepistémico: todo es información y procesamiento de datos. ¿Acaso existe algo que no pueda reducirse a datos? Esto no es nuevo en filosofía, pero repito, lo nuevo son los efectos prácticos posibles. El punto no es una creencia estrambótica, ni unas elucubraciones filosóficas, sino la tendencia práctica (424) que va de la mano de los avances acelerados en la automatización, la conectividad y las interfases humanos – máquinas. Las viejas fronteras orgánico / inorgánico ya no existen. Sus apologistas defienden la libertad de información, pero ésta no se le concede a los seres humanos, sino a la información misma (un mártir de esta tecnorreligión fue Aaron Swartz, quien se suicidó en 2013, gugléalo). Esta tendencia tiene su dinámica propia. La liebre de la tecnología está dejando atrás la tortuga de la política. El dataismo le da a los humanistas de su propia medicina: estos negaron a Dios, ahora aquellos niegan a los humanos. Los humanos pasaríamos de ingenieros a chips y luego a datos para finalmente disolvernos en el gran torrente como un terrón en un rio caudaloso (429). En retrospectiva la humanidad será sólo una pequeña onda en el flujo cósmico de datos. Quizás estemos creando una nueva forma de vida superior que eventualmente conquiste la galaxia en la era post-humana. 


COMENTARIOS 

DECRECIMIENTO. En El Gran Relato expuse 4 escenarios de futuro, dos negativos (pesimista radical y moderado), dos positivos (optimista moderado y radical). En esa óptica yo diría que Harari explora el escenario 4, la eutopía superoptimista que nos promete la tecnología y encuentra que en realidad lo que va a producir la tecnología es el escenario 1 (extinción y era post-humana) o el 2 (opresión por una élite superhumana dominante sobre castas biológicas inferiores; sobre esto habló cuando vino a Cartagena en enero). Harari casi no analiza el escenario 3, el optimismo moderado, cuyo concepto clave es Decrecimiento. En p. 64 menciona de pasada que “nadie sabe dónde está el freno” y que aún si lográramos frenar, la economía colapsaría llevándose por delante a toda la sociedad. Y en p. 240 desestima esta solución al colapso ecológico. Apenas dedica 2 páginas a esta posibilidad. Creo que es un punto débil y que el análisis de escenarios debe ahondar en el Decrecimiento como proponen algunos autores, por ejemplo, Carlos Taibo. Estamos tan envueltos en la dinámica de Crecimiento que no escuchamos estas voces ni analizamos estas opciones. 

ACLARACIONES. En las páginas 69 y 70 Harari hace 4 aclaraciones claves: i) el autor se centra en los sucesos de vanguardia que van determinando el futuro, aunque estadísticamente sean minoritarios al comienzo y en una pocas zonas ii) el autor hace descripción, no prescripción, hace diagnosis, no prognosis, escribe predicciones como posibilidades, no un manifiesto iii) el autor predice una búsqueda, pero buscar no es lo mismo que conseguir iv) el autor no hace profecía, trata de posibilidades para mostrar las opciones actuales y cambiar el rumbo, el objetivo de la predicción es que no se cumpla. Estas aclaraciones ratifican la filosofía de la historia contingente. 

SUPERPREMISA. “Los organismos son algoritmos”. El propio autor merodea por una salida distinta cuando en la p. 314 habla de determinismo y aleatoriedad. El israelí Harari no ha leído al libanés Taleb. El dios supremo del universo no es el orden, que nos obnubila (vemos allí la “mente de Dios” como Einstein y Hawking), sino el Azar. Creo que vale la pena explorar la siguiente diferencia: Nuestros algoritmos electrónicos con soporte de silicio son deterministas. Los algoritmos orgánicos con soporte de carbono están en un juego de mayor complejidad: la extraña mezcla de determinismo y aleatoriedad. Y el azar no se domestica con la campana de Gauss. Toca profundizar en el fundamento matemático de la superpremisa, pues por ahora es sólo una hipótesis. 

VANGUARDIA. Harari no cree en las masas como grandes protagonistas de la historia (300), aunque si cree en el progreso. Su visión de la dinámica social es claramente vanguardista. Esto lo pone del lado de la democracia epistémica y no de la democracia doxástica. Aunque desestima las teorías conspirativas, en varios apartes realza el poder de los grupos organizados, ya sea para la innovación (300) o para dominar (p. 152 y ss). En lo que parece una contradicción empieza hablando de “cooperación a gran escala” (152) pero luego termina otorgando la eficacia a “pequeñas redes de agitadores” (153) y otras afirmaciones que recuerdan el putschismo y el foquismo latinoamericano. 

Nota Bene: la Universidad Libre aparece mencionada en la p. 294. 

Gazapos astronáuticos: 
P. 57: una operación quirúrgica a distancia de la Tierra a Marte no puede hacerse en tiempo real, ya las órdenes demorarían por lo menos unos 20 minutos en llegar y otro tanto en regresar; no es un ejemplo realista. 

P. 289: Voyager I no va rumbo a Alpha Centauri.