Material en construcción
PERFIL PSICOLÓGICO CULTURAL DEL CONSPIRANOICO MEMÉTICO
Grosso modo, el siguiente es el perfil del conspiranoico
receptor:
·
Habla de élites dominantes pero nunca ha leído
un libro o un artículo científico sobre economía oligopólica, concentración de
la riqueza, historia económica o macroeconomía. Y menos aún ha investigado al
respecto.
·
Habla sobre tecnologías para la dominación u
opresión, pero nunca ha estudiado tecnología ni mucho menos la ciencia en la
cual ésta se basa. Menos aún conoce la historia de las tecnologías.
·
Habla de geopolítica, pero ni siquiera es capaz
de ubicar a Vietnam o Afganistán en un mapamundi sin letras. Ni es capaz de
hacer un resumen de la primera o la segunda guerra mundial, ni sabe que era la
Tricontinental. En su mente no está el mapa político ideológico de los partidos
y fuerzas políticas y sociales de las potencias. Y conoce muy poco sobre la ONU u otras
entidades multilaterales.
·
Habla del “sistema”, “el poder” y “la dominación”
en la sociedad, pero no ha leído a Marx, ni a Weber, ni estudia las ciencias
sociales o la historiografía.
·
Habla contra la ciencia o temas relacionados con
ciencias, pero no la estudia, ni es capaz de identificar científicos
prestigiosos actuales, laboratorios o centros de investigación, publicaciones
científicas y su historia. Tampoco sabe
cómo funciona la ciencia, ni desde el punto de vista sociológico ni
metodológico.
·
Habla de “engaño”, pero no investiga las fuentes
ni los intereses de los emisores de videos, libros y memes conspiranoicos.
·
Cree ejercer el pensamiento crítico pero no
tiene ni idea qué es eso, cree que es igual a ser crítico o poner en duda todo “lo
oficial”. No sabe lógica ni teoría de la argumentación, ni qué es una falacia,
ni cuáles son los sesgos psicológicos más comunes.
·
El conspiranoico no tiene formación política o
ideológica definidas, pero sí un popurrí de memes (en el sentido de Dawkins) en
la cabeza, un sancocho de pedacitos de ideas variopintas.
·
Aunque cumpla en un alto porcentaje con la
descripción anterior, un conspiranoico no tiene que ser un analfabeta o un
ignorante. Puede ser un profesional o un
emprendedor o un rebuscador que conoce su oficio y que se desenvuelve de manera
funcional en la vida económica y cotidiana.
Tiene una inteligencia inquieta, pero carece de referentes firmes (sean
científicos, religiosos o ideológicos) y no tiene la humildad de reconocer su
ignorancia en un tema, ni la entereza y honestidad intelectual de ponerse a
estudiarlo con seriedad y rigor.
·
El conspiranoico no es un dogmático sino un
confuso. Absorbe creencias de todo tipo,
a veces contradictorias entre sí, cuyo rasgo común paranoide es el secreto, el
ocultismo, el engaño. La frase típica
del conspi, su lema de cabecera, es "¡nos están engañando!”. Si le preguntas ¿quiénes nos engañan?, la
respuesta es “Ellos”. Si insistes ¿quiénes son “ellos”?, apareceran etiquetas amorfas
como “corporaciones”, “élites”, nombres de clubes o sociedades secretas famosas
(irónico).
·
En el perfil del conspiranoico la creencia puntual
no tiene que ser estrafalaria o disparatada.
Muchas veces la creencia es plausible, si se abordase como una hipótesis. El problema de la actitud conspiranoica se
observa en el abordaje del asunto en cuestión:
o
Sesgo de confirmación, de atención, de selección
o No entendimiento de la aleatoriedad y la
estadística
o
Terror a la disonancia cognitiva
o Predisposición a confundir simbolismos con
evidencias
o
Carencia de herramientas conceptuales para
investigar la sociedad
o
Raigambre emocional en el miedo, el
resentimiento, la desconfianza y otras emociones negativas
o
Sensación positiva agradable de autoestima
exagerada (a mí no me engañan)
o
Predisposición ansiosa a encontrar patrones sin la
disposición correspondiente a pasarlo por el cedazo del examen probatorio
(irrefutabilidad, hipótesis ad hoc)
o
Maniqueísmo de telenovela: el mundo se explica
con malos y buenos
o
Es más vulnerable a creer en una teoría
conspirativa quien ya cree en otra
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Sigue las reglas de la argumentación racional