Miremos primero un referente mundial y luego el caso de Colombia.
Suecia vs. Noruega
La evaluación comparativa de las
distintas estrategias para confrontar la pandemia es la mejor manera de
aprender y mejorar en el manejo a escala social de este tipo de fenómeno, que
bien podría volverse a presentar por rebrote o por nuevos agentes patógenos.
Pero esas comparaciones no se
pueden hacer de manera burda, pues cada nación tiene características y
situaciones distintas. Sin embargo, Suecia
y Noruega son dos estados muy parecidos que optaron por estrategias muy
diferentes, casi que opuestas, por lo que resultan equivalentes a un
experimento social.
Estos países escandinavos no
fueron tomados de sorpresa como España e Italia, sino que tuvieron más tiempo
de preparación. En situación de pandemia un mes es mucho tiempo. Tampoco son receptores turísticos como los
dos países del mar Mediterráneo. Suecia
y Noruega están en la misma latitud, comparten clima y genética, sus sistemas
de salud son equiparables, así como su ingreso per cápita. La cultura ciudadana
es similar y la estructura familiar también (por ejemplo, una relativamente
alta proporción de las viviendas tienen sólo una persona habitándola). La estructura de la pirámide demográfica es
igual, un factor clave para el caso de la Covid-19, pues afecta mucho más a los
ancianos. Países con mayor proporción de
población en la tercera edad están en mayor riesgo, pero en este caso ambos
comparten esa desventaja. África, en
cambio, a pesar de sus debilidades en cuanto a sistema de salud y condiciones
de vida, ha tenido la ventaja de una población con mayor proporción de
jóvenes.
Suecia tiene 10,2 millones de
habitantes frente a 5,4 millones de Noruega, es decir, una proporción
aproximada de 2 a 1, que facilita la comparación.
Pues bien, Suecia le apostó a una
estrategia de no confinamiento, so pretexto de proteger la economía y la
libertad ciudadana. Una apuesta
arriesgada por la inmunidad de rebaño.
Noruega, en cambio, se decidió por la estrategia recomendada por la OMS,
tomando medidas tipo cuarentena, a sabiendas de que significaba un sacrificio
económico a costa del ahorro nacional, pero salvaguardando la vida, en especial
de los mayores de 60 años.
El resultado del “experimento”
salta a la vista. En Suecia, a fecha 13
de agosto, ha habido 84.294 casos confirmados y 5.783 muertes por Covid19. Para la misma fecha, Noruega ha tenido 10.005
casos y apenas 261 muertes. Es decir,
que con el doble de población Suecia ha
tenido 8 veces más contagios y 22 veces más muertos. La tasa de letalidad, basada en los casos
confirmados, es de 6,8% en Suecia y de sólo 2,6% en Noruega. Y este mismo ejercicio se puede hacer con
Finlandia o Dinamarca, cuyos desempeños han sido similares a Noruega. Simplemente
Suecia escogió la muerte de sus viejos, miles de ancianos: ¡un verdadero
gerontocidio!
Queda claro, entonces, que la OMS tenía razón y que la supresión o
la mitigación decidida constituyen la mejor estrategia para el desafío del
coronavirus-2. El propio Anders Tegnell,
epidemiólogo sueco ideador y líder de la estrategia de su país, reconoció el
fracaso.
Caso de Colombia
En el caso colombiano, bajo
condiciones muy diferentes, pero con mayor tiempo de preparación, la cuarentena
porosa, el nulo rastreo y el lento crecimiento del testeo, han significado un
manejo deficiente de la pandemia, aunque no tan grave como el de Suecia. En nuestro país los viejos lastres de pobreza
y desigualdad, informalidad laboral y hacinamiento en viviendas, sumados a un
pésimo sistema de salud altamente privatizado, hacían necesaria una estrategia
que combinara una cuarentena intensiva con la salvaguarda socioeconómica de la
renta básica, así fuese provisional. De
otra manera, al riesgo de gerontocidio se le agregaría el aporocidio o muerte
de los más pobres. Ni el gobierno ni el
congreso aprobaron la renta básica, los gobiernos locales fueron erráticos y el
gobierno nacional ha sido mero show vespertino televisado a una rata de $40
millones por noche.
El cierre de colegios y
universidades y la cuarentena a medias (además de los protocolos sanitarios que
la población ha ido asimilando a pesar de la nula inversión en cultura
ciudadana) nos han salvado de la catástrofe.
Pero aún así las cifras son pésimas.
Ya llevamos 15 mil fallecidos -principalmente ancianos y pobres- y el
pico áun no llega. Mientras en Suecia,
con economía abierta, se contagió el 0,83% de la población, en nuestro país,
con parte de la economía cerrada, vamos por 0,94%. Lo más grave es que Colombia ocupó el primer
lugar mundial en número de muertos por Covid-19 por millón de habitantes por
día en las siguientes fechas: julio 23, 25, 28 y 29. También ocupó el primer lugar en ese mismo indicador
pero por semana, en el período agosto 2 al 9.
Afortunadamente estos primeros lugares no se dieron en el nivel tan
agudo como los primeros lugares de Italia y España en marzo, pero indican claramente
que nuestro país tuvo un manejo inadecuado de la epidemia. Y pensar que aún falta afrontar el oscuro
panorama económico.
En resumen, como Suecia,
Bolsonaro y Trump, Duque se rajó, pero nosotros sufrimos las
consecuencias. Por sanidad, todos
debemos lavarnos las manos, menos el gobierno nacional, que no puede eludir su responsabilidad en
esta crisis.
Publicado en El Unicornio en agosto 17 de 2020
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