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lunes, agosto 19, 2019

Debate sobre ideología de género Parte II

El sancocho trifásico: La moral y las buenas costumbres vs. La tolerancia y el respeto al diferente (y el tercer ojo?)

En Colombia se desató un debate y como suele pasar aquí hay polarización, calumnias, juego sucio, ataques personales, etc (para posibles lectores extranjeros: los gustos sexuales de la ministra, un asunto anecdótico y sin importancia alguna, se volvió el ojo del huracán de odios y agresiones, desviando por completo la discusión del fondo real del asunto).

El tema es la formación de niños en asuntos relativos a la sexualidad. Y ambas posiciones desean el bien, no hacer daño, aunque paradójicamente con la polarización se disparan los odios y "bajas pasiones" a veces en formas bastante agresivas.

Una posición se ancla en la tradición, la religión y "la moral y las buenas costumbres". Es una posición conservadora pero creo, por las discusiones, que mucha gente conservadora ha aceptado (o debo decir "había"?) tesis liberales como la no discriminación, el respeto al otro, la tolerancia a lo diferente e incluso habían dejado atrás la homofobia (o al menos lo intentaban), pero en esta coyuntura se sintieron agredidos, amenazados, por una ofensiva "colonizadora" de lo que denominan la "ideología de género" (hasta el papa se ha referido al asunto). 

La otra posición agenciada desde el gobierno (Ministerio de Educación) y apoyada por la ONU adoptó el construccionismo social (equivalente al modelo estándar de las ciencias sociales) para impulsar la causa justa del pluralismo sexual, que es otra forma de decir respeto y tolerancia entre diferentes a raíz de una ley y una sentencia. Al fundamentar la causa justa del pluralismo sexual en una teoría culturalista que desconoce la biología, lo que debería ser la implementación de una Ley y de una sentencia (que en sí no son construccionistas) se convirtió en un discurso exagerado que va más allá de la ley y la sentencia, especialmente cuando se mete con el delicado tema de la formación de infantes. Esas son las consecuencias del construccionismo o culturalismo o modelo estándar de las ciencias sociales, que cree que el ser humano es tabula rasa al nacer, infinitamente plástico o moldeable, carente de naturaleza. Es este discurso exagerado que cree que el género es una construcción social independiente del sexo y de la biología el que se convirtió en amenazante no sólo para los conservadores recalcitrantes como el procurador Ordoñez y demás ilustres del club de “la caverna”, sino para miles, quizás millones, de padres de familia comunes y corrientes. Ese discurso está plasmado en un libro publicado por el Ministerio que se titula “Ambientes escolares sin discriminación”, el cual no es un borrador sino una obra publicada y que apunta a la realización de ajustes en los manuales de convivencia que cada colegio, público o privado, debe tener. Y también el discurso de marras se irradió desde el Ministerio a través de decenas de contratistas que hicieron las veces de multiplicadores para “capacitar” a directivos de colegios y maestros en talleres que ya se han realizado en gran cantidad con la colaboración de las secretarías de educación de departamentos y municipios. Una vez estalló el alboroto, ahora sí el ministerio se apresura a aclarar que los colegios son “autónomos” (lo cual no creo que aplique para los públicos).

Lo curioso es que ambas posiciones: la religiosa y la culturalista, tienen mucho en común: son idealistas y dualistas en ontología (sean o no conscientes de ello) y, por tanto, se encuentran alejadas de la ciencia, que es materialista y monista en lo ontológico.

Así que hay una tercera posición, una tercera mirada, un tercer ojo, el realismo científico, materialista y monista, pues este es un sancocho trifásico. Y es que el construccionismo social no tiene ni mucho menos la propiedad exclusiva de la causa justa (liberal) del pluralismo sexual y la tolerancia. Aunque hay que reconocer que el construccionismo social sí se ha convertido en una especie de discurso hegemónico en las ONGs, movimientos sociales y grupos de presión (léase feminismos, LGTBI, etc), pero es porque todos estos sectores “progres”, al igual que las izquierdas, afectadas del virus posmoderno desde los 80 o 90, le han dado la espalda a la ciencia de la mano de "papers" académicos o libros que son en realidad manifiestos políticos sin fundamento científico, pero que pueden tener la complicidad de toda esa corriente pseudocientífica que se ha apoderado de las "ciencias sociales", el denominado “modelo estándar” (construccionista, culturalista).

Esa tercera posición no comete el mismo error de unilateralismo en el extremo opuesto, es decir, no es una concepción biologista opuesta al culturalismo, sino un enfoque que reconoce la complejidad humana biológica y cultural, desde la biología evolutiva, la genética, la epigenética y biología del desarrollo -el campo llamado "evo-devo"-, las neurociencias, la psicología experimental y desde luego también la investigación seria en las propiedades emergentes de los sistemas sociales (socioculturales) y su feed back sobre el individuo (como se expresa, por ejemplo, en la epigenética y el desarrollo neural). La biología no rechaza de plano el carácter binario de la sexualidad, pero sí la matiza, tanto para animales no humanos como para los humanos, pues se manifiesta en toda una complejidad de expresiones en cuanto a estructuras, funciones, identidades, orientaciones, roles y comportamientos. El pluralismo sexual tiene fundamentación biológica y no sólo cultural. Es imprescindible conocer las causalidades, constricciones y límites que impone la biología (tanto en sentido explicativo como estadístico) para no caer en exageraciones. Por ejemplo, los últimos 60 mil años de historia humana sólo se entienden desde la coevolución biológica-cultural. Y el individuo Homo Sapiens es también un sistema/proceso integral biológico-cultural. Pero resulta muy preocupante que esta posición que sí tiene fundamento científico, poco se expresa más allá de los ámbitos de la ciencia y la divulgación científica para "nerds" o especímenes por el estilo. Al menos en países como Colombia (en EEUU quizás es diferente debido a los combates intelectuales contra el fundamentalismo religioso evangélico).

Toda esta temática es filosófica. Incluso es más de filosofía de la ciencia y filosofía de la mente que de filosofía moral. Y aunque la filosofía parece un juego académico que poco le interesa al gran público, a la sociedad, coyunturas como ésta muestran que desde las élites académicas surgen discursos errados que afectan a la sociedad, probablemente porque dentro de la Academia en vez de darse los debates, cada quien se encierra en su nicho, en su torre, y se deja proliferar la pseudociencia y la falta de rigor.

Nota: no quise referirme aquí a la problemática ética. Baste decir que vivimos en tiempos y países de pluralismo moral y que la convivencia entre múltiples éticas de máximos es posible si compartimos una ética de mínimos, como son los derechos humanos por ejemplo. En un contexto democrático ha de haber pluralismo político y en tal contexto no es aceptable la homogenización o imposición de un determinado código moral a toda la población. Lo que sí es deseable es consensuar los mínimos fundamentales para la convivencia (“el acuerdo sobre lo fundamental” que decía un icónico personaje conservador). Pluralismo político, pluralismo moral y pluralismo sexual se interrelacionan y bien manejados permiten una sana convivencia. No es fácil, pero se puede lograr si aprendemos a deliberar con altura, con argumentos que van y vienen, con empatía (ponerse en el lugar del otro), y con información adecuada (y en esto la ciencia pude aportar mucho).

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