Segunda parte
Argumento 4. El creyente cita a algún personaje famoso o prestigioso
haciendo alguna afirmación que apoya o parece apoyar la tesis del creyente.
Refutación. El argumento de autoridad no es un verdadero argumento
válido, pues sólo informa lo que pensaba un sujeto. Normalmente se usa de
manera honesta como una forma de ahorrar tiempo en la argumentación, bajo el
supuesto de que el interlocutor acepta la autoridad de conocimiento del
personaje citado. En realidad, lo que tendría que exponer es el argumento
completo y no citar frases aisladas sacadas de contexto y ocultando el resto de
planteamientos del personaje. Y aún en ese caso el argumento puede estar
equivocado. Por ejemplo, Newton creía en la religión y en la alquimia, pero eso
no válida un ápice ni la religión ni la alquimia, ambas eran simplemente
creencias de su época. Y si recordamos y apreciamos a Newton no es por aportes
a la alquimia o la religión sino por aportes a la ciencia (por cierto, Newton
sí incluye a su dios en su razonamiento de los Principia, pero el desarrollo
posterior de la mecánica clásica de partículas prescindió de esa idea
innecesaria, como bien le dijo Laplace a Napoleón). Vivimos en un mundo donde
el conocimiento acumulado avanza rápidamente, un mundo en progreso. Por esa
razón, las citas envejecidas fácilmente pueden ser impertinentes por obsoletas.
Una modalidad más grave es el
argumento de falsa autoridad. En el argumento de autoridad mencionado en el
párrafo anterior se supone que el personaje es experto en el tema sobre el cual
se pronuncia. Pero si el personaje se pronuncia sobre algo en lo cual no es experto
en el sentido de haber acumulado un conocimiento fundamentado, entonces ni
siquiera se puede considerar autoridad en el tema, aunque lo sea sobre otros
temas. Es una falsa autoridad. Es lo que suele sucederle a personajes con
premios Nobel que pontifican sobre diversos asuntos ajenos a la especialidad en
la cual fueron premiados. No es extraño que “metan las patas”. Ahora bien,
¿puede alguien ser experto en dioses? ¿qué significa ser experto en la
existencia de un dios? Si su creencia se basa en la fe o en vivencia personal
subjetiva significa que no hay base racional para su “autoridad”. Su
pronunciamiento es irrelevante. Y si tuviese base racional para su creencia
entonces, en ese caso, en vez de apelar a la autoridad lo que procede es
exponer esa base racional. Y como siempre se somete a crítica racioempirista.
Argumento 5. Atribuir a algún ateo particular o a los ateos en general
alguna afirmación equivocada.
Refutación. Puede ser que sea cierto que algún ateo la dijo o puede
ser falso, pero en todo caso constituye una falacia generalizar como si el caso
fuese representativo de la totalidad de los ateos o intrínseco al ateísmo como
tal. Si se trata de una tesis que ningún ateo ha afirmado estaremos ante una
falacia espantapájaro u hombre de paja (Strawman), se está mintiendo o
tergiversando. Si se trata de una tesis que algún ateo equivocadamente afirmó,
entonces se cometen dos falacias al atribuírselo a todos: falacia de
generalización apresurada y falacia por asociación. Queda claro entonces que el
“argumento 6” es un truco burdo y no un verdadero argumento.
Un ejemplo notorio es la
referencia a Dawkins y a otro divulgador científico diciendo que el universo se
originó de la “nada”. Eso es algo que la
ciencia no afirma. Las fluctuaciones cuánticas se producen en el vacío
cuántico, que tiene energía distinta de cero. Es un error burdo confundir el
vacío cuántico con la “nada”. Cuando la cosmología habla de una singularidad en
el origen del Big Bang, está diciendo que la teoría (Relatividad General) allí
no aplica, es decir, que el origen es desconocido en el actual marco teórico. Actualmente
la respuesta correcta a la pregunta ¿Cómo se originó el universo observable?,
es la siguiente: no lo sabemos. Aún no hay respuesta científica al respecto.
Aquí aplica la refutación del dios de los huecos (ver Argumento 2 en la primera
parte).
Argumento 6. En los grupos de Facebbok sobre ateísmo, los creyentes
critican a los ateos por vivir “obsesionados” por algo inexistente.
Refutación. Dejemos de lado que es una falacia ad hominem y analicemos el caso. El creyente no cae en cuenta que
al entrar en un grupo de ateos en una red social va a obtener un muestreo
sesgado, no representativo. Hay muchos más ateos fuera de los grupos ateístas
de Facebook que dentro de ellos. Y dentro de los grupos grandes, con miles o
cientos de miles de miembros, la mayoría es silenciosa, los vociferantes son
los más “afiebrados” con el tema. Por tanto, la “obsesión” no es tal.
Con éste y otros escritos sobre
el tema, yo estoy dedicándole tiempo y energía. ¿Vale la pena? El punto es que
el problema no es la creencia metafísica en sí, que pertenece a la zona
mitológica (ver más adelante este concepto), sino cómo esa creencia se inmiscuye
en asuntos políticos y morales con posiciones retardatarias y efectos negativos
para la sociedad. Por tal impacto negativo sí hay que preocuparse. Ahí están
los ejemplos de Trump, Uribe, Bolsonaro o el partido popular de España, entre
otros que utilizan los fanatismos cristianos para hacer política o promover
criterios morales conservadores. La religión funciona como factor alienante. En
2016 hubo un caso notorio en Colombia. Hubo un referendo sobre el acuerdo de
paz con el grupo de las FARC y por una pequeña diferencia ganó el No a la paz.
En esa ocasión hubo bastante desinformación y la religión fue usada para
manipular a las masas (ver marcha del 10 de agosto de 2016 en varias ciudades
de Colombia; de paso tumbaron a la ministra de educación que era públicamente
homosexual).
El pensamiento mágico-religioso
favorece la formación de súbditos, más que de ciudadanos autónomos. Es una
forma de infantilización de la población. Lo contrario de la mayoría de edad
que planteara Kant y por tanto no contribuye al uso público de la razón. En la
escuela se pretende que el joven aprenda ciencia, razonamiento, pensamiento
crítico, se pretende construir ciudadanía y futuros trabajadores o
emprendedores creativos. Pero si ese esfuerzo se mezcla con un adoctrinamiento
religioso irracional lo que se genera es confusión, incoherencia, que el joven
nunca alcance una cosmovisión científica. He ahí el impacto negativo de la
creencia metafísica en la educación.
La racionalidad está bajo
amenaza. El irracionalismo o el oscurantismo avanzan en varios frentes. Ante el
auge de las redes sociales los medios de comunicación han perdido influencia,
lo cual es bueno, pero esa tutela ha desatado un ruido en la intercomunicación
de masas desorientadas. El pensamiento crítico es fundamental para la defensa
de la racionalidad y la ilustración en un mundo con fake news, pseudociencias, pseudoteorías conspiranoicas, ideologías
de diversos signos proclives al fanatismo, ideologías anti-occidentales
infiltradas en la izquierda, ideologías de correccionismo político de tipo
identitario, woke o de liberalismo individualista radical, ideologías
neoliberales o libertarians.
En la vida práctica la
racionalidad se mantiene, pero en la zona mitológica el individuo puede adoptar
cualquier idea sin que eso repercuta de inmediato en su superviviencia diaria,
por lo que es fácil que la persona pierda el “polo a tierra”. Estos temas han
sido desarrollados por Steven Pinker en sus libros más recientes. En mi columna
de El
Unicornio publiqué una reseña del libro La racionalidad de Pinker el 6 de noviembre de 2021. Ahí escribí lo
siguiente:
“¿Qué le pasa a la gente? Esta pregunta es el título del penúltimo
capítulo, donde Pinker aborda el crucial y espinoso tema de las creencias, como
lo expusiera Carl Sagan en El mundo y sus
demonios. En este capítulo el autor
toma de Robert Abelson y el humorista George Carlin la diferencia entre
creencias distales y creencias comprobables, la cual lleva a los individuos a
establecer dos zonas de realidad: el entorno inmediato (donde son realistas
pues ser fantasioso sale costoso) y la realidad lejana (donde pueden ser
fantasiosos sin problema). Esa realidad
lejana puede ser el más allá, el espacio exterior, el micromundo, el pasado
anterior a nuestra memoria, el futuro y el mundillo de los ricos y famosos al
cual no tenemos acceso. Esa realidad que
no es directamente accesible configura una zona mitológica, donde podemos dar
rienda suelta a la especulación.
Tales creencias mitológicas, como
la religión, las pseudociencias, las pseudoteorías conspiranoicas, las fake news y los mitos identitarios, se
pueden asumir sin aparentes consecuencias negativas. Al contrario, parecen
brindar sentido de pertenencia a un colectivo o “tribu”, sensación de
superioridad moral o cognitiva (buenos contra corruptos o despiertos contra
dormidos) o simplemente convertirnos en personajes entretenidos en una reunión
social con nuestras “teorías” extravagantes.
Sin embargo, no es cierto que no haya consecuencias negativas: ahí está
el caso de los antivacunas o las medicinas no basadas en la evidencia, o las
sectas, o el negacionismo del cambio climático antropogénico. Y los efectos políticos del oscurantismo,
añado yo”.
Epílogo
Los seis recursos retóricos
mencionados en la primera y segunda parte son refutados una y otra vez en las
redes sociales y a veces en conversaciones presenciales. Si el creyente fuese predominantemente
racional y con actitud de aprendizaje podría aprovechar los argumentos que se
le brindan para obtener conocimiento y resolver sus dudas, y además
agradecerlo. Pero lo más común es que el creyente no sea una persona con dudas
y apetito de aprendizaje, sino un troll, o un fanático dogmático e irracional
que no le interesan las razones. O simplemente una persona que ha hecho de su
creencia un componente vital de su identidad y, por tanto, le cuesta cambiar. En
el caso de los grupos de facebook se cae en un inútil diálogo de sordos, una
pérdida de tiempo, pues no hay verdadero debate sino simple repetidera de
memes, insultos y burlas a falta de argumentos. Y muchos ateos, sobre todo
adolescentes, caen en ese mismo juego.
Coletilla: El debate sobre la
biblia no lo he mencionado. Considero que no vale la pena, pues los católicos
ya resolvieron eso hace tiempo, simplemente diciendo que es alegórica y que no
se debe asumir de manera literal. Sólo los fundamentalistas evangélicos siguen
atrapados en la literalidad absurda de ese texto primitivo e infantil. Y además de todo lo mencionado no faltan los
creyentes (y a veces ateos o agnósticos también) que ignoran la ciencia y se
dedican a tergiversarla. Un caso típico es el “debate” del creacionismo y la
teoría de la evolución, una discusión externa por completo a la ciencia y
superada hace más de 100 años. Ahí lo que está fallando es el sistema
educativo, pues la biología evolutiva debe ser parte medular del pensum en la
educación básica y media.
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