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sábado, abril 15, 2023

Refutando creyentes (segunda parte)

 Segunda parte


Argumento 4. El creyente cita a algún personaje famoso o prestigioso haciendo alguna afirmación que apoya o parece apoyar la tesis del creyente.

Refutación. El argumento de autoridad no es un verdadero argumento válido, pues sólo informa lo que pensaba un sujeto. Normalmente se usa de manera honesta como una forma de ahorrar tiempo en la argumentación, bajo el supuesto de que el interlocutor acepta la autoridad de conocimiento del personaje citado. En realidad, lo que tendría que exponer es el argumento completo y no citar frases aisladas sacadas de contexto y ocultando el resto de planteamientos del personaje. Y aún en ese caso el argumento puede estar equivocado. Por ejemplo, Newton creía en la religión y en la alquimia, pero eso no válida un ápice ni la religión ni la alquimia, ambas eran simplemente creencias de su época. Y si recordamos y apreciamos a Newton no es por aportes a la alquimia o la religión sino por aportes a la ciencia (por cierto, Newton sí incluye a su dios en su razonamiento de los Principia, pero el desarrollo posterior de la mecánica clásica de partículas prescindió de esa idea innecesaria, como bien le dijo Laplace a Napoleón). Vivimos en un mundo donde el conocimiento acumulado avanza rápidamente, un mundo en progreso. Por esa razón, las citas envejecidas fácilmente pueden ser impertinentes por obsoletas.

Una modalidad más grave es el argumento de falsa autoridad. En el argumento de autoridad mencionado en el párrafo anterior se supone que el personaje es experto en el tema sobre el cual se pronuncia. Pero si el personaje se pronuncia sobre algo en lo cual no es experto en el sentido de haber acumulado un conocimiento fundamentado, entonces ni siquiera se puede considerar autoridad en el tema, aunque lo sea sobre otros temas. Es una falsa autoridad. Es lo que suele sucederle a personajes con premios Nobel que pontifican sobre diversos asuntos ajenos a la especialidad en la cual fueron premiados. No es extraño que “metan las patas”. Ahora bien, ¿puede alguien ser experto en dioses? ¿qué significa ser experto en la existencia de un dios? Si su creencia se basa en la fe o en vivencia personal subjetiva significa que no hay base racional para su “autoridad”. Su pronunciamiento es irrelevante. Y si tuviese base racional para su creencia entonces, en ese caso, en vez de apelar a la autoridad lo que procede es exponer esa base racional. Y como siempre se somete a crítica racioempirista.

 

Argumento 5. Atribuir a algún ateo particular o a los ateos en general alguna afirmación equivocada.

Refutación. Puede ser que sea cierto que algún ateo la dijo o puede ser falso, pero en todo caso constituye una falacia generalizar como si el caso fuese representativo de la totalidad de los ateos o intrínseco al ateísmo como tal. Si se trata de una tesis que ningún ateo ha afirmado estaremos ante una falacia espantapájaro u hombre de paja (Strawman), se está mintiendo o tergiversando. Si se trata de una tesis que algún ateo equivocadamente afirmó, entonces se cometen dos falacias al atribuírselo a todos: falacia de generalización apresurada y falacia por asociación. Queda claro entonces que el “argumento 6” es un truco burdo y no un verdadero argumento.

Un ejemplo notorio es la referencia a Dawkins y a otro divulgador científico diciendo que el universo se originó de la “nada”.  Eso es algo que la ciencia no afirma. Las fluctuaciones cuánticas se producen en el vacío cuántico, que tiene energía distinta de cero. Es un error burdo confundir el vacío cuántico con la “nada”. Cuando la cosmología habla de una singularidad en el origen del Big Bang, está diciendo que la teoría (Relatividad General) allí no aplica, es decir, que el origen es desconocido en el actual marco teórico. Actualmente la respuesta correcta a la pregunta ¿Cómo se originó el universo observable?, es la siguiente: no lo sabemos. Aún no hay respuesta científica al respecto. Aquí aplica la refutación del dios de los huecos (ver Argumento 2 en la primera parte).

 

Argumento 6. En los grupos de Facebbok sobre ateísmo, los creyentes critican a los ateos por vivir “obsesionados” por algo inexistente.

Refutación. Dejemos de lado que es una falacia ad hominem y analicemos el caso. El creyente no cae en cuenta que al entrar en un grupo de ateos en una red social va a obtener un muestreo sesgado, no representativo. Hay muchos más ateos fuera de los grupos ateístas de Facebook que dentro de ellos. Y dentro de los grupos grandes, con miles o cientos de miles de miembros, la mayoría es silenciosa, los vociferantes son los más “afiebrados” con el tema. Por tanto, la “obsesión” no es tal.

Con éste y otros escritos sobre el tema, yo estoy dedicándole tiempo y energía. ¿Vale la pena? El punto es que el problema no es la creencia metafísica en sí, que pertenece a la zona mitológica (ver más adelante este concepto), sino cómo esa creencia se inmiscuye en asuntos políticos y morales con posiciones retardatarias y efectos negativos para la sociedad. Por tal impacto negativo sí hay que preocuparse. Ahí están los ejemplos de Trump, Uribe, Bolsonaro o el partido popular de España, entre otros que utilizan los fanatismos cristianos para hacer política o promover criterios morales conservadores. La religión funciona como factor alienante. En 2016 hubo un caso notorio en Colombia. Hubo un referendo sobre el acuerdo de paz con el grupo de las FARC y por una pequeña diferencia ganó el No a la paz. En esa ocasión hubo bastante desinformación y la religión fue usada para manipular a las masas (ver marcha del 10 de agosto de 2016 en varias ciudades de Colombia; de paso tumbaron a la ministra de educación que era públicamente homosexual).

El pensamiento mágico-religioso favorece la formación de súbditos, más que de ciudadanos autónomos. Es una forma de infantilización de la población. Lo contrario de la mayoría de edad que planteara Kant y por tanto no contribuye al uso público de la razón. En la escuela se pretende que el joven aprenda ciencia, razonamiento, pensamiento crítico, se pretende construir ciudadanía y futuros trabajadores o emprendedores creativos. Pero si ese esfuerzo se mezcla con un adoctrinamiento religioso irracional lo que se genera es confusión, incoherencia, que el joven nunca alcance una cosmovisión científica. He ahí el impacto negativo de la creencia metafísica en la educación.

La racionalidad está bajo amenaza. El irracionalismo o el oscurantismo avanzan en varios frentes. Ante el auge de las redes sociales los medios de comunicación han perdido influencia, lo cual es bueno, pero esa tutela ha desatado un ruido en la intercomunicación de masas desorientadas. El pensamiento crítico es fundamental para la defensa de la racionalidad y la ilustración en un mundo con fake news, pseudociencias, pseudoteorías conspiranoicas, ideologías de diversos signos proclives al fanatismo, ideologías anti-occidentales infiltradas en la izquierda, ideologías de correccionismo político de tipo identitario, woke o de liberalismo individualista radical, ideologías neoliberales o libertarians.

En la vida práctica la racionalidad se mantiene, pero en la zona mitológica el individuo puede adoptar cualquier idea sin que eso repercuta de inmediato en su superviviencia diaria, por lo que es fácil que la persona pierda el “polo a tierra”. Estos temas han sido desarrollados por Steven Pinker en sus libros más recientes. En mi columna de El Unicornio publiqué una reseña del libro La racionalidad de Pinker el 6 de noviembre de 2021. Ahí escribí lo siguiente:

“¿Qué le pasa a la gente?  Esta pregunta es el título del penúltimo capítulo, donde Pinker aborda el crucial y espinoso tema de las creencias, como lo expusiera Carl Sagan en El mundo y sus demonios.  En este capítulo el autor toma de Robert Abelson y el humorista George Carlin la diferencia entre creencias distales y creencias comprobables, la cual lleva a los individuos a establecer dos zonas de realidad: el entorno inmediato (donde son realistas pues ser fantasioso sale costoso) y la realidad lejana (donde pueden ser fantasiosos sin problema).  Esa realidad lejana puede ser el más allá, el espacio exterior, el micromundo, el pasado anterior a nuestra memoria, el futuro y el mundillo de los ricos y famosos al cual no tenemos acceso.  Esa realidad que no es directamente accesible configura una zona mitológica, donde podemos dar rienda suelta a la especulación.

Tales creencias mitológicas, como la religión, las pseudociencias, las pseudoteorías conspiranoicas, las fake news y los mitos identitarios, se pueden asumir sin aparentes consecuencias negativas. Al contrario, parecen brindar sentido de pertenencia a un colectivo o “tribu”, sensación de superioridad moral o cognitiva (buenos contra corruptos o despiertos contra dormidos) o simplemente convertirnos en personajes entretenidos en una reunión social con nuestras “teorías” extravagantes.  Sin embargo, no es cierto que no haya consecuencias negativas: ahí está el caso de los antivacunas o las medicinas no basadas en la evidencia, o las sectas, o el negacionismo del cambio climático antropogénico.  Y los efectos políticos del oscurantismo, añado yo”.

 

Epílogo

Los seis recursos retóricos mencionados en la primera y segunda parte son refutados una y otra vez en las redes sociales y a veces en conversaciones presenciales. Si el creyente fuese predominantemente racional y con actitud de aprendizaje podría aprovechar los argumentos que se le brindan para obtener conocimiento y resolver sus dudas, y además agradecerlo. Pero lo más común es que el creyente no sea una persona con dudas y apetito de aprendizaje, sino un troll, o un fanático dogmático e irracional que no le interesan las razones. O simplemente una persona que ha hecho de su creencia un componente vital de su identidad y, por tanto, le cuesta cambiar. En el caso de los grupos de facebook se cae en un inútil diálogo de sordos, una pérdida de tiempo, pues no hay verdadero debate sino simple repetidera de memes, insultos y burlas a falta de argumentos. Y muchos ateos, sobre todo adolescentes, caen en ese mismo juego.

Coletilla: El debate sobre la biblia no lo he mencionado. Considero que no vale la pena, pues los católicos ya resolvieron eso hace tiempo, simplemente diciendo que es alegórica y que no se debe asumir de manera literal. Sólo los fundamentalistas evangélicos siguen atrapados en la literalidad absurda de ese texto primitivo e infantil.  Y además de todo lo mencionado no faltan los creyentes (y a veces ateos o agnósticos también) que ignoran la ciencia y se dedican a tergiversarla. Un caso típico es el “debate” del creacionismo y la teoría de la evolución, una discusión externa por completo a la ciencia y superada hace más de 100 años. Ahí lo que está fallando es el sistema educativo, pues la biología evolutiva debe ser parte medular del pensum en la educación básica y media.  

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